De las 27 ruedas de prensa que los dirigentes de la UE celebraron ayer al finalizar el consejo en Lisboa, hubo una especialmente concurrida. La sala de Francia se llenó de periodistas y no todos estaban interesados en la posición del Elíseo sobre el Tratado. El morbo les había llevado a ver la primera intervención pública de Nicolas Sarkozy tras haberse hecho público su divorcio.

La pregunta corría de cabeza en cabeza. Se atrevió con ella el periodista de Le Monde y a él le cayó el chaparrón. El reportero quiso saber cómo se sentía tras la ruptura y le pidió su opinión sobre la entrevista que ayer publicaba un diario con su ya exmujer. "He sido elegido por los franceses para dar soluciones a sus problemas, no para comentar mi vida privada", respondió el presidente. "Me habría encantado que un gran diario como Le Monde se hubiera apasionado por Europa tanto como por mi vida privada", añadió.

El jueves, cuando Sarkozy llegó a Lisboa, todos sus gestos se interpretaron. Si se reía, si hablaba más cariñosamente de lo habitual con Angela Merkel... Todo él fue examinado y los observadores tuvieron premio: aún lucía la alianza matrimonial.