Indudable éxito de convocatoria con escepticismo sobre los resultados. En este ambiente se lanza hoy en París la Unión para el Mediterráneo (UPM), la continuación del estancado Proceso de Barcelona sobre la política mediterránea de la Unión Europea (UE). El presidente francés, Nicolas Sarkozy, ve culminado así uno de sus proyectos más deseados, planteado ya en febrero del 2007, en la campaña electoral para la presidencia, cuando presentó en una conferencia de prensa multitudinaria su futura política exterior. Un total de 43 países acuden a la cita, con la única ausencia del líder libio, Muamar Gadafi.

Los países presentes son los 27 de la UE, más Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto, Jordania, Israel, Autoridad Palestina, Líbano, Siria, Turquía, Albania, Bosnia, Croacia, Montenegro y Mónaco.

El presidente francés ha demostrado su poder de convocatoria, aunque la ausencia de Gadafi no deja de ser una bofetada para Sarkozy después de que este lo recibiera en París en otoño pasado en una polémica visita que le costó numerosas críticas. Gadafi no vendrá a París ni enviará a ningún representante porque, según declaró esta semana, la UPM es un "nuevo proyecto colonialista" que persigue acceder a las fuentes de energía y que aumentará la inmigración clandestina y los riesgos terroristas.

ASISTENCIAS DESTACADAS Pero, descontado Gadafi, Sarkozy ha conseguido la presencia del presidente de Argelia, Abdelaziz Buteflika, dudosa hasta el último momento, así como la de los principales protagonistas del conflicto de Oriente Próximo, el primer ministro israelí, Ehud Olmert; el presidente palestino, Mahmud Abás, e incluso el presidente sirio, Bechar el Asad. También es un éxito la participación del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, puesto que el proyecto de la UPM fue sospechoso desde el principio de convertirse en una argucia para negar a Turquía la adhesión a la UE, a la que Sarkozy se opone. Pero Turquía desempeña un papel principal en el acercamiento entre Israel y Siria, motivo por el que no podía faltar a la cita.

Pese a la presencia de los líderes, los escasos avances en el conflicto de Oriente Próximo justifican el escepticismo sobre los resultados de la UPM.

Además de los proyectos concretos que la UPM pretende poner en marcha --descontaminación del Mediterráneo, las llamadas autopistas del mar, cooperación en protección civil, desarrollo de la energía solar, educación o ayudas a las pequeñas y medianas empresas--, Sarkozy quiere dar visibilidad política a la UPM con la idea de que ahora se trata de que los Veintisiete consideren a los vecinos del sur como iguales, y de ahí la creación de dos copresidencias, una de la orilla norte, que ocupará primero Sarkozy, y otra de la orilla sur, estrenada por el presidente de Egipto, Hosni Mubarak. Precisamente para acabar de cerrar los detalles de representación y protocolo, Sarkozy y Mubarak almorzaron ayer en el Hotel Bristol.

EL NOMBRE DEL CONCLAVE Cuando la Unión Europea asumió finalmente un proyecto que Francia había pensado en principio solo para los países ribereños, España consiguió que el nombre fuera Proceso de Barcelona: Unión para el Mediterráneo. Pero Francia preferiría suprimir la primera parte de tan complicada denominación. Según Le Monde, París aceptaría, a cambio, que Barcelona fuera la sede del secretariado de la UPM, a la que aspiran también Túnez, Marruecos y Argelia.