Sin hacer caso de las amenazas chinas de tomar represalias contra Francia, el presidente Nicolas Sarkozy se reunió ayer durante media hora en Gdansk (Polonia) con el dalái lama, líder espiritual del Tíbet, de gira por Europa. El jefe del Estado francés había suspendido una primera entrevista programada para el pasado agosto, pero ayer explicó tras la reunión que "las autoridades chinas sabían perfectamente que esta cita se celebraría antes de fin de año". "Yo siempre se lo había dicho", precisó.

Sarkozy y el dalái lama repasaron la situación en el Tíbet. "El dalái lama me ha trasladado sus inquietudes, que son compartidas en Europa", señaló Sarkozy al término de la entrevista, celebrada en Gdansk con ocasión del 25º aniversario de la entrega del Nobel de la Paz al exdirigente de Solidaridad Lech Walesa. "El dalái lama me ha confirmado que no pide la independencia del Tíbet y yo le he dicho cuánto valoro la importancia de la continuación del diálogo entre él y las autoridades chinas", agregó Sarkozy, que aludió a los contactos iniciados entre el presidente chino, Hu Jintao, y el líder espiritual tibetano.

ENCUENTRO "OPORTUNISTA" China ya condenó ayer el encuentro, calificándolo de "oportunista". Ante una pregunta sobre las amenazas chinas de represalias económicas contra Francia, Sarkozy respondió: "Hay que gestionar todo esto con serenidad, con calma. Hay que hacerlo a largo plazo, dando a estos acontecimientos la importancia que se debe". El jueves, el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Lui Jianchao, vinculó la entrevista al desarrollo de las relaciones comerciales entre los dos países.

Sarkozy se mostró conciliador al desear que "China tenga su sitio en la gobernabilidad mundial". "Necesitamos a China para resolver los grandes problemas del mundo", dijo. Antes, había afirmado ya que Pekín "necesita a una Europa potente que dé trabajo a las empresas chinas".

El año pasado, China echó atrás unos contratos apalabrados con Alemania después de que la cancillera Angela Merkel recibiera al dalái lama. Aquellos contratos los acabó firmando Sarkozy, mientras a Merkel le llovían acusaciones de ingenuidad incluso desde su propio partido. Sin embargo, los expertos señalan que el contexto de crisis no es idóneo para vetos perjudiciales para ambos países.