El presidente francés, Nicolas Sarkozy, viajó ayer a Praga en una visita programada como parte de una gira para preparar la presidencia francesa de la UE, que comenzará el 1 de julio, pero que estuvo centrada en el futuro del Tratado de Lisboa tras el triunfo del no en Irlanda. Sarkozy trató de convencer a los checos de la conveniencia de no complicar más las cosas con un nuevo rechazo al Tratado. "Hay que evitar que la crisis se profundice", afirmó.

La euroescéptica República Checa, que ha llevado el Tratado al Constitucional para que examine si es acorde con su Carta Magna, resistió la presión para una rápida ratificación. "Francia, que dijo no en el 2005 a la Constitución europea, puede comprender que nuestros amigos checos necesiten tiempo para discutir y hay que darles ese tiempo; nadie se debe sentir acorralado", reconoció Sarkozy ante el primer ministro checo, Mirek Topolanek.

NI DRAMATIZAR NI MINIMIZAR Pero el mandatario francés añadió: "No podemos someter a la UE a 10 años de discusiones institucionales. No podemos condenar a Europa al inmovilismo". Y abogó por "no dramatizar, pero tampoco minimizar la crisis".

Topolanek, por su parte, se declaró "cauteloso" y señaló que la cumbre de la UE deberá "encontrar una solución a corto plazo y el camino a seguir después". E insto a respetar el referendo irlandés.