El presidente francés, Nicolas Sarkozy, está a punto de desactivar su primer gran conflicto social sin romper con los sindicatos. La mayoría de las asambleas de trabajadores respaldó ayer la vuelta al trabajo en los ferrocarriles y en el metro de París, con lo que la huelga toca a su fin.

A media mañana, el índice de huelguistas en los ferrocarriles había descendido al 14,5%, frente a 22,8% el miércoles. Circulaban dos trenes de gran velocidad (TGV) de cada tres. Un total de 42 de 45 asambleas votaron a favor de poner fin al paro.

De los siete sindicatos que convocaron la huelga, solo uno, el radical Sud Rail, sigue apoyando los paros porque exige la retirada pura y simple de la reforma de los regímenes especiales de la Seguridad Social. Sud Rail es el tercer sindicato de la compañía de ferrocarriles SNCF, casi con la misma fuerza que el segundo, por lo que sus militantes pueden causar aún perturbaciones apreciables en el tráfico.

En la RATP (metro y autobuses de París), la tendencia era similar. Ayer circulaban tres metros sobre cuatro --ninguna línea estaba cerrada-- y un 70% de los autobuses, con un índice de huelguistas del 11,7%.

El final de la huelga se produce tras nueve días de paro y al día siguiente del inicio de las negociaciones entre los sindicatos, las empresas y el Estado, en las que el Gobierno no ha cedido en las tres condiciones que ha considerado innegociables: 40 años de cotización, en lugar de 37,5, para cobrar la pensión completa; revalorización con relación a los precios, y no a los salarios, y recorte de la prestación a quienes trabajen menos de 40 años.

UNIVERSITARIOS Por su parte, los estudiantes continuaron ayer su protesta contra el proyecto de ley de autonomía universitaria que impulsa la ministra de Educación, Valérie Pécresse, y que consideran que abre las puertas a la privatización. Las manifestaciones, a las que se sumaron también muchos alumnos de institutos de secundaria, se multiplicaron en todo el país.