La intransigencia del primer ministro francés, Dominique de Villepin, en la prueba de fuerza que lo enfrenta a los sindicatos y a las organizaciones de estudiantes a cuenta del contrato de primer empleo (CPE) provoca críticas de los partidos de izquierda y crecientes reservas en la mayoría gubernamental, que alcanzan incluso a la Unión por un Movimiento Popular (UMP). Su presidente y ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, ha comenzado ya a tomar distancias del Ejecutivo y, según Le Parisien , la UMP se halla "al borde de la ruptura".

En una entrevista que hoy publica el semanario Paris-Match , Sarkozy excluye de momento que vaya a dimitir, pero alerta del "peligro" de que "la efervescencia estudiantil" contra el CPE "despierte la agitación en los suburbios". Para poner fin a la crisis, Sarkozy propone "un periodo de prueba de seis meses" en la aplicación del controvertido contrato juvenil, que prevé el despido sin justificar durante los dos primeros años de trabajo.

El ministro de Interior afirma que no piensa dejar el Gobierno aunque la situación empeore, como apuntan ya algunos analistas. En su opinión, "el Gobierno no se abandona por oportunismo", sino por un problema de fondo, y reivindica su derecho a manifestar su "solidaridad desde la diferencia".

LA CARRERA PRESIDENCIAL Pero Sarkozy, candidato declarado para las presidenciales del 2007, teme que esta crisis, que puede costarle la carrera política a su rival, Villepin, acabe por salpicarle también a él. Por eso, en una crítica indirecta al primer ministro, el titular de Interior subrayó que "si hay incomprensión por parte de la sociedad, es porque no se ha dialogado lo suficiente", y abogó por "recuperar el tiempo perdido".

Por su parte el líder del Partido Socialista (PS), Fran§ois Hollande, acusó a Villepin de "organizar el conflicto", y pidió que el CPE sea devuelto al Parlamento para "refundarlo".