Jueves negro para Nicolas Sarkozy. El mismo día que el Elíseo confirmaba el divorcio de la pareja presidencial, los sindicatos desafiaban al jefe del Estado paralizando el transporte ferroviario en toda Francia. El seguimiento de la huelga contra la reforma de los regímenes especiales de las jubilaciones fue masivo. La actitud del Gobierno, que ayer sostuvo que no piensa dar marcha atrás, recrudeció el conflicto con los agentes sociales, que llamaron a prolongar el paro durante la mañana de hoy.

La demostración de fuerza de los sindicatos se tradujo en estaciones de cercanías cerradas, líneas de metro paralizadas y la mayoría de las comunicaciones ferroviarias del país suspendidas. Aunque en menor medida, el paro afectó también a las comunicaciones internacionales. El tráfico con España quedó afectado con la supresión de siete trenes Talgo de largo recorrido. Según fuentes oficiales, la huelga fue seguida por el 73,5% de los 500.000 trabajadores afectados por la reforma. Eso implica una movilización mayor que la de 1995, cuando los huelguistas obligaron a dar marcha atrás al plan de reforma de Alain Juppé. Menos éxito tuvo en otros sectores, como en la educación.