La conquista del voto del centro ha empezado. Los dos finalistas de las elecciones presidenciales francesas, Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal, abordaron ayer las estrategias para atraer la mayor parte posible del 18,5% de los votos del centrista François Bayrou. La correlación de fuerzas favorece a Sarkozy porque, aunque la mitad de esos votantes se decidieran por Royal, no sería suficiente. La candidata socialista llamó a Bayrou para dejarle el mensaje de que está dispuesta a hablar.

Tras haber derechizado su campaña desde mediados de marzo, para Sarkozy llega la hora de la moderación. A las 8.15 de la mañana, el candidato estaba ayer en su cuartel general. Después fue recibido por el actual presidente, Jacques Chirac, quien le expresó su apoyo, y tuvo tiempo para telefonear a Bayrou y felicitarle por su resultado.

Aunque la mano derecha de Sarkozy, Brice Hortefeux, negó que la Unión por un Movimiento Popular (UMP) fuera a negociar con la Unión por la Democracia Francesa (UDF) de Bayrou, el exprimer ministro de Chirac Jean-Pierre Raffarin y el ministro centrista Gilles de Robien se preparan ya para tender los puentes. En la misma línea, para el excentrista Jean-Louis Borloo "no hay ninguna razón para que mañana la UMP y la UDF no sigan teniendo una alianza mayoritaria y trabajando juntos".

REBAJA DE IMPUESTOS Sarkozy cuenta con un arma poderosa: las legislativas, para las que los 29 diputados de la UDF necesitan aliarse con la UMP si quieren ser elegidos. Además, el candidato derechista insistirá en ideas como la rebaja de impuestos que pueden tentar a la clase media o a sectores profesionales.

Ségolène Royal no madrugó tanto. Llegó a la sede de su equipo electoral a las 10.45, declaró que estaba "combativa" y que aún había partido que jugar. "Se abre una nueva campaña de proyecto, de personalidad, de moralidad pública también porque habrá que hacer el balance del candidato saliente", señaló. Su compañero y primer secretario del Partido Socialista (PS), François Hollande, se encargó de lanzar las redes al centro. "Hay que unir a todos los electores que quieren el cambio, más allá de la izquierda. Entre los electores de Bayrou hay muchos que lo quieren", declaró. En su discurso de la noche electoral, Royal ya había tenido algún gesto hacia esos votantes, cuando prometió, por ejemplo, "un Estado imparcial", algo que Bayrou ha reclamado en su campaña.

Pero Royal lo tiene difícil porque la izquierda en su conjunto, que votará por ella, solo suma un 36% y tendría que atraer a casi todo el electorado de Bayrou y a una parte del de Jean-Marie Le Pen para superar el 50%. Le Pen dará su consigna de voto el día 1.

El 54% de los votos de Bayrou irán a Sarkozy y el 46% a Royal, según un sondeo de Ifop publicado ayer. Pero un análisis de Ipsos-Dell para Le Point ofrece una sorprendente composición del electorado del centrista: de sus votantes del domingo, la mayoría votó en el 2002 al socialista disidente Jean-Pierre Chevènement (37%), seguido por el candidato ecologista (21%) y por Lionel Jospin (17%), y solo el 15% se inclinó por Chirac. El 26% se había repartido entre dos candidatos de extrema izquierda.

REFERENDO Royal basa sus esperanzas en esta heterogeneidad del electorado de Bayrou, que no se alineaba antes con la derecha, y en el rechazo que causa Sarkozy en amplias franjas de votantes. Intentar un referendo anti-Sarkozy, lo que se conoce como TSS (Todo Salvo Sarkozy), solo puede beneficiar a la candidata socialista.

Bayrou revelará mañana sus intenciones. Lo más probable es que no pida el voto ni para Sarkozy ni para Royal. "No estamos en venta", dijo ayer su directora de campaña, Marielle de Sarnez. El PS confía en el debate televisado entre Sarkozy y Royal, que tendrá lugar el 2 de mayo.