Pese a la amplitud que ha cobrado la polémica por la próxima elección del segundo hijo de Nicolas Sarkozy, Jean, para dirigir La Defense --uno de los mayores centros de negocios de Europa-- con tan solo 23 años, el presidente francés no da su brazo a torcer. Ayer descalificó con una sola frase a los que critican la precoz carrera política de su vástago: "Todo lo que consiste en ensañarse con una persona, sin fundamento, de forma excesiva, nunca es bueno".

El alegato del jefe del Estado --que reprochó a los medios de comunicación que encadenen polémicas, en referencia al reciente escándalo por el turismo sexual del ministro de Cultura, Fréderic Mitterrand--, se produjo justo después de defender la igualdad de oportunidades en el marco de la reforma del bachillerato. "Lo que cuenta en Francia para triunfar ya no es una buena cuna, sino trabajar duro y haberlo demostrado por los estudios y el valor". La sentencia no tardó en ser esgrimida por la izquierda como muestra de que Jean Sarkozy, en segundo de Derecho, no se aplica la medicina.

La igualdad fue precisamente el argumento utilizado por el joven político para defender su derecho a presentarse a unas elecciones. En este caso, las cantonales en las que logró su escaño en el Consejo General de Hauts-de- Seine --feudo de los Sarkozy--, del que depende la elección del presidente de la Epad, el organismo público que gestiona el urbanismo de La Defense. "La ley es la misma para todos", adujo Jean, que asume los inconvenientes que conlleva apellidarse Sarkozy: "Haga lo que haga seré criticado, pero yo estoy determinado, muy motivado", añadió.

CARGO ELECTO Su condición de cargo electo fue el arma que empleó a fondo la maquinaria comunicativa del Elíseo. También en el Parlamento, donde tuvo lugar un tenso debate a cuenta del aterrizaje de Jean Sarkozy en un organismo cuya cifra de negocios asciende a 1.000 millones de euros y que gestiona tres millones de metros cuadrados de despachos en una zona con gran valor estratégico.

Las justificaciones de una mayoría cada vez más incómoda con el asunto no convencieron a la oposición, que mantuvo en bloque su acusación de "nepotismo" mientras ponía el grito en el cielo por la "deriva monárquica" del "clan Sarkozy".