El presidente francés, Nicolas Sarkozy, presentará esta noche a los demás líderes de la Unión Europea (UE) su controvertido proyecto de Unión para el Mediterráneo, con el que aspira a "abrir una nueva etapa de cooperación" entre las dos riberas "en pie de igualdad". Francia, tras aceptar las condiciones de Alemania para reconducir el proyecto, ha presentado un documento donde detalla los elementos esenciales de su plan para facilitar la discusión durante la cumbre europea de primavera, que empieza hoy en Bruselas.

El objetivo de la Unión para el Mediterráneo será "reforzar el acercamiento entre sus participantes a través del desarrollo de nuevos proyectos de dimensión regional", según indica el documento, al que ha tenido acceso este diario. Sarkozy defiende que la actual política euromediterránea del Proceso de Barcelona pase a ser "denominada Unión para el Mediterráneo" en el futuro, y aspira a que el proyecto se ponga en marcha el 13 de julio con una cumbre en París.

Francia propone que la Unión para el Mediterráneo cuente con una estructura institucional encabezada por una copresidencia, "asumida conjuntamente por un periodo de dos años" por un Estado de la Unión Europea y por un país mediterráneo extracomunitario. La medida pretende reforzar el carácter igualitario de las relaciones entre las dos orillas tras las quejas de los países de la ribera sur de que la actual política adolece de falta de igualdad. En una primera fase, la presidencia en representación de la UE sería asumida sucesivamente por todos los países ribereños.

SECRETARIADO La copresidencia se responsabilizará de la preparación de cumbres cada dos años y de las reuniones ministeriales. "Un secretariado ligero", de "una veintena de personas" procedentes tanto de la UE como de los países de la ribera sur, ayudará a la copresidencia en su labor, según el plan de Sarkozy.

El secretariado contará también con dos codirectores, uno de la UE y otro de la ribera sur, que impulsarán y supervisarán los proyectos. Sarkozy plantea que la Unión para el Mediterráneo se pueda financiar con los fondos ya previstos para el Proceso de Barcelona y con fondos ajenos al presupuesto de la UE, "incluidos los privados".

RETICENCIAS El proyecto francés tropieza con las reticencias de muchos países europeos, aunque ha sido bien acogido en la ribera sur. La presidencia eslovena de la UE minimizó ayer el papel del tema en la agenda de la cumbre como una mera presentación durante la cena.

José Luis Rodríguez Zapatero, que hoy volverá a entregarse a la política internacional, aprovechará la cumbre para intentar recuperar el protagonismo que ha tenido siempre España en la política mediterránea y que le están arrebatando Francia y Alemania. Zapatero defenderá que cualquier iniciativa en el Mediterráneo debe hacerse bajo el paraguas del Proceso de Barcelona. España también está en contra de que la Unión para el Mediterráneo pueda sustituir el nombre del Proceso de Barcelona.

QUITAR HIERRO El Gobierno quitó hierro, sin embargo, al hecho de que la cancillera alemana, Angela Merkel, y Sarkozy aparezcan como los únicos patrocinadores del nuevo impulso a las relaciones con los países ribereños y resaltó sus "buenas consecuencias": el estímulo político y la institucionalización del Proceso de Barcelona, con la creación de un secretariado y la copresidencia. Estos dos resultados revelan implícitamente que el Ejecutivo español admite que el Proceso de Barcelona estaba casi moribundo.

Desde el principio, el Gobierno español expresó su reticencia a que se dejara de lado a los países del norte de la Unión Europea en la misma línea que finalmente ha impuesto Alemania. El presidente en funciones, José Luis Rodríguez Zapatero ya logró entonces que Nicolas Sarkozy abandonara también el nombre inicial de Unión Mediterránea.