El segundo debate electoral ha confirmado que el Reino Unido camina hacia un Parlamento sin mayoría absoluta. Ni el conservador David Cameron, ni el laborista Gordon Brown, lograron zafarse del tercer contendiente, el liberaldemócrata Nick Clegg.

Las intenciones de voto en los sondeos para los tres partidos oscilan en un abanico que va del 27% al 32%, lo que hace impredecible el resultado el próximo 6 de mayo. Incluso aunque Cameron, ligeramente por delante en las encuestas, confirmara esa escasa victoria, podría terminar siendo Brown, aún quedando en tercera posición, el que obtuviera más diputados.

Ante las cámaras, en una confrontación seguida en directo el jueves por la noche por cuatro millones de británicos, tanto Cameron como Brown cargaron contra Clegg, con mucha mayor contundencia que en el primer debate. Le acusaron de antiamericanismo por querer marcar las distancias en política exterior con Washington. Le presentaron como un peligro para la seguridad nacional, por oponerse de manera "irrealista" a renovar los submarinos nucleares Trident. Ningún golpe fue, sin embargo, mortal y Clegg devolvió los reveses a sus contrincantes. El liberal reprochó al jefe tory haber dejado el grupo popular europeo y haberse alineado con los partidos más "chalados" de Europa.

Y cuando Brown calificó de inadmisible su propuesta de conceder una amnistía a algunos inmigrantes ilegales, el liberal le preguntó cómo iba a deportar a 900.000 personas, si no sabe dónde viven. Clegg no fue el vencedor apabullante del primer debate, pero consiguió lo más importante: mantenerse de igual a igual en la carrera electoral. Con eso ya ha hecho historia. El jueves próximo se celebrará el tercer y último debate en la BBC.