Barack Obama ha entrado en la historia como el primer presidente negro de Estados Unidos, pero el color de su piel le convierte también en un objetivo de primer orden para los partidarios de la supremacía blanca y representa un desafío para los responsables de la seguridad.

Obama se encuentra bajo la protección del servicio secreto (encargado de la seguridad de los presidentes y candidatos a la presidencia) desde mayo del 2007, o sea desde 18 meses antes de haber sido elegido como nuevo jefe de la Casa Blanca.

Es un tema del que pocos hablan abiertamente, en tanto que presidente negro, su vida se encuentra particularmente amenazada. Hace unos días, dos jóvenes de ideología nazi fueron detenidos y el pasado miércoles fueron formalmente procesados por un juez de Tennessee por haber proferido amenazas de muerte contra el todavía candidato presidencial. Según el acta de procesamiento, planeaban matar a 102 negros y tenían como finalidad última tratar de "asesinar al candidato a la presidencia Barack Obama".

Tanto Obama y su familia como el vicepresidente electo, Joe Biden, y la suya, se encuentran bajo protección las 24 horas del día por equipos de élite integrados por agentes armados del Servicio Secreto de EEUU (USSS), una rama del Departamento de Seguridad Interior.

Una prueba de la seriedad con que se consideran las amenazas es el hecho de que el podio donde Obama pronunció su discurso, en la noche electoral tras conocerse su victoria, estaba rodeado de muros de plexiglás transparente a prueba de balas.

PREPARADOS PARA TODO "Los cambios de presidencia necesitan un alto grado de planificación operativa y de puesta en práctica de nuestra misión de protección", señaló a la agencia France Presse Ed Donovan, portavoz del servicio secreto, quien obviamente se negó a dar detalles sobre el nuevo dispositivo o a revelar si el nivel de protección será reforzado para Obama. "Hacemos evidentemente ajustes. Pero, por ahora, estamos preparados para todas las eventualidades", subrayó.

La condición de negro de Obama añade un elemento de preocupación en un país que cuenta con 200 millones de armas de fuego que causan 30.000 muertos al año y en el que cuatro presidentes han sido asesinados y otros sufrieron atentados fallidos. "Las circunstancias son únicas y constituirán un desafío para los responsables de la seguridad de Barack Obama", señala Fred Burton, experto en lucha antiterrorista de la sociedad de análisis Stratfor. Burton considera que la tarea será "extremadamente difícil".