John Roberts, el primer juez elegido por el presidente de EEUU, George Bush, para cubrir una vacante en el Tribunal Supremo, fue confirmado ayer por el Senado como nuevo presidente del más alto tribunal de la nación. La mitad de la oposición demócrata se unió a los republicanos para apoyar a Roberts, pese a sus credenciales conservadoras. En total, 78 senadores aprobaron su nombramiento, frente a los 22 que lo rechazaron.

Roberts, de 50 años, marcará probablemente durante décadas la dirección del Supremo, árbitro último de temas como el aborto, la clonación, los matrimonios homosexuales, la eutanasia, la pena de muerte, las competencias de los estados frente al Gobierno federal o la creciente influencia religiosa en las instituciones del Estado. Ayer, Roberts almorzó con su esposa en la Casa Blanca.