Parece que Barack Obama va a poder celebrar tranquilo la Navidad junto a su familia en las playas de Hawái. El tratado de reducción de armas nucleares con Rusia, el START, una de sus principales prioridades en materia de política exterior, está a un paso de ser ratificado por el Senado después de intensas semanas de negociaciones en el Capitolio. Ayer los demócratas lograron poner fin a los debates con una votación de procedimiento mientras varios republicanos clave anunciaban su apoyo a la propuesta. Obama necesitaba al menos 60 votos para impedir que la oposición siguiera retrasando eternamente el debate y al final los tuvo.

Ahora, para ratificar el tratado, requiere el apoyo de al menos dos tercios del Senado y todo indica que finalmente se sumarán suficientes senadores republicanos. Lamar Alexander fue el último en subirse al barco, después de que lo hicieran otros legisladores como Richard Lugar o Scott Brown, pese a que horas antes algunos se habían mostrado contrarios al START.

En la Casa Blanca saben que el tiempo se les está echando encima, ya que dentro de unos días la aritmética parlamentaria cambiará sensiblemente. Los demócratas cuentan todavía con 58 escaños en el Senado, pero cuando en enero entre en funcionamiento la nueva legislatura, perderán cinco asientos después del batacazo que se dieron en las urnas en noviembre. Ahora necesitan nueve republicanos para sacar adelante el tratado, pero a partir de enero serán 14.

Por eso no hay tiempo que perder y Obama ha puesto toda la carne en el asador enviando cartas y haciendo llamadas de teléfono a los senadores de la oposición para pedirles su apoyo. De salir adelante, y todo parece indicar que así será, obtendrá una importante victoria para empezar con buen pie la segunda mitad de su mandato. No solo eso, sino que además se trata de una apuesta "personal" del presidente estadounidense, según reconoció ayer el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs.