Un duro ataque del grupo armado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) a una división de la gendarmería turca en la frontera iraquí se cobró la vida de 15 soldados turcos y 23 militantes kurdos y endureció las posiciones del Gobierno de Ankara a solo cuatro días de que el Parlamento decida si extiende la autorización al Ejército para realizar ataques en Irak contra las bases de los separatistas kurdos.

"Los terroristas recibirán la más dura de las respuestas", advirtió el presidente de la asamblea turca, Köksal Toptan, cuando ayer se conoció el resultado del ataque del PKK, que se produjo el viernes. El Estado Mayor explicó en un comunicado que los militares habían detectado la presencia de un comando del PKK en el interior de Irak que trataba de hostigar el puesto de vigilancia de Aktütün, una zona estratégica pues se encuentra cercana a la triple frontera entre Turquía, Irak e Irán.

A pesar de que los turcos trataron de mantener a raya a los militantes kurdos, éstos consiguieron disparar con armas pesadas y provocar 15 bajas y 20 heridos en las filas turcas. En los combates, que se prolongaron durante todo el viernes, murieron 23 militantes del PKK y "se perdió el contacto" con dos militares turcos, aunque aún se desconoce si han sido capturados. Helicópteros del Ejército turco se internaron 10 kilómetros en territorio iraquí y aviones espía autopilotados patrullaron la frontera. Ayer, las autoridades turcas cancelaron sus compromisos en el extranjero para reunirse con la cúpula castrense y planificar las acciones contra el PKK. El presidente turco, Abdullah Gül, avisó de que la lucha antiterrorista seguirá "cueste lo que cueste".

El ataque perpetrado el viernes por el PKK se asemeja mucho al ejecutado hace un año en Daglica (región vecina) que también tuvo lugar poco antes de que el Parlamento turco se decidiese por amplia mayoría a autorizar las operaciones transfronterizas en suelo iraquí.