En la víspera del ascenso, los mineros quisieron despedirse del infierno. Pidieron a los de "arriba" ron y coca-cola, para celebrar el fin de su cautiverio. Les dijeron que no, claro. Seis horas antes del inicio de la operación, solo ingirieron líquidos. "Nos abstuvimos de darles tranquilizantes. Prefiero a un gallo persona incómodo dentro de la cápsula, pero lúcido y capaz de cumplir órdenes, a tener un gallo planchado. Si le doy una orden simple que no es capaz de cumplir porque está dopado, estamos mal", señaló el médico Jean Romagnoli.