La Stasi, el servicio secreto de la extinta República Democrática Alemana, tenía un agente infiltrado dentro del Vaticano y espiaba al papa Juan Pablo II con micrófonos instalados en las habitaciones del Pontífice en el Vaticano. El agente en cuestión era Alois Estermann, jefe de la Guardia Suiza, muerto en 1998 por los disparos realizados, según la versión oficial, por el cabo Cedric Tournay, miembro del mismo cuerpo.

Esta es una de las tesis defendidas en el libro Vaticano, un asunto de Estado , escrito por el exjuez italiano Ferdinando Imposimato, que será presentado esta semana en Roma. Estas revelaciones ya habían sido aireadas en 1998 y desmentidas personalmente por Markus Wolf, jefe de la Stasi hasta 1990 y presunto jefe del agente infiltrado.

GUERRAS NO DECLARADAS

Dado que la mentira forma parte de las guerras no declaradas que libran los servicios de inteligencia, el texto de Imposimato tiene el mérito de ofrecer una lectura global, documentada y bastante coherente de los misterios vaticanos más importantes de los últimos 23 años. Entre ellos se encuentra el atentado contra Juan Pablo II en el año 1981, investigado como un complot del servicio secreto soviético, presuntamente realizado a través de los servicios secretos de Bulgaria con la complicidad de las mafias y la extrema derecha turcas.