El primer ministro israelí, Ariel Sharon, ordenó ayer reanudar los contactos de su Gobierno con la Autoridad Nacional Palestina (ANP), congelados desde el pasado viernes, en una medida que da un poco de oxígeno al presidente palestino, Mahmud Abbás (alias Abú Mazen ), que se encuentra en Gaza para lograr un alto el fuego de las facciones armadas palestinas. El Gabinete de seguridad israelí dio luz verde al Ejército para realizar una "operación de gran envergadura" en la franja de Gaza si siguen los ataques contra las colonias y la ciudad israelí de Sderot.

Con este panorama, Abú Mazen trataba de arrancar a Hamás y el resto de facciones armadas un acuerdo que, según el ministro palestino Kadura Fares, puede concretarse "en dos semanas". También se mostró optimista el ministro de Asuntos Exteriores palestino, Nabil Shaat, aunque en su caso no quiso marcar un plazo. Los portavoces de Hamás y la Yihad Islámica reiteraron ayer su mensaje: están abiertos a cualquier negociación, pero no cederán "nada a cambio de nada".

Anoche, representantes de ambos bandos tenían previsto reunirse para coordinar el fin del lanzamiento de cohetes Qasam contra objetivos israelís. La ANP anunció ayer el despliegue en dos días en las fronteras de Gaza de 750 policías palestinos para evitar estos ataques.

Por otra parte, el director de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (Unrwa, en sus siglas en inglés), Peter Hansen, acusó ayer al secretario general de la ONU, Kofi Annan, de haberle destituido por presiones estadounidenses e israelís.