Los datos y las fechas se olvidan pero los símbolos permanecen. Por eso, a punto de cumplirse el tercer aniversario de la guerra de Irak, las imágenes de las torturas en la siniestra prisión bagdadí de Abú Graib persiguen a la Casa Blanca como una pesadilla recurrente. "Son el símbolo de todo lo que ha salido mal en la ocupación", ha dicho Adnan Pachachi, miembro del nuevo Parlamento iraquí. Entre las fotos no hay ninguna más significativa ni vergonzante que la del célebre encapuchado, apenas cubierto con una manta que, encaramado en una caja, extiende los brazos, conectados a cables eléctricos.

"Yo nunca quise ser famoso, al menos no de esa manera", dice ahora Alí Shalal Qaisi. Identificado por Amnistía Internacional y Human Rights Watch como el protagonista de la penosa imagen, Qaisi es un hombre de 43 años prematuramente envejecido que dedica su vida a impedir que otros pasen por la odisea que él vivió en Abú Graib. Lo hace a través de la Asociación de Víctimas de las Prisiones de la Ocupación Americana que fundaron él y otros prisioneros víctimas de las torturas, inmortalizados en las infames fotografías y vídeos elaborados por los soldados estadounidenses que perpetraron los maltratos.

En octubre del 2003, Qaisi fue detenido en Bagdad. Su delito fue protestar porque los soldados de EEUU tiraban basura en un campo de fútbol, pero eso bastó para que le internaran en Abú Graib. "Me culparon de atacar a las fuerzas estadounidenses", explicó a The New York Times . Así comenzaron seis meses de interrogatorios y torturas para forzarle a revelar quiénes habían sido sus cómplices.

El reino de los horrores

"Cada soldado parecía tener una cámara, y nos amenazaban con mostrar las fotografías a nuestras familias", relata ahora, al recordar su paso por la sección especial de la cárcel, el reino de los horrores, donde los abusos fueron cometidos. Entre la sádica variedad de métodos de tortura, Qaisi recuerda que un guardia le orinó encima. "Romper luces fluorescentes y verter sobre los detenidos el líquido fosfórico, rociarlos con agua fría mientras estaban desnudos, sodomizar a un preso con un tubo fluorescente o con una escoba, asustarlos e intimidarlos con perros" también figuran en la lista, como recoge en su informe al Pentágono el general Antonio Taguba.

"Esa prisión se convirtió en un símbolo de la desgraciada conducta de unos pocos soldados estadounidenses que deshonraron a nuestro país", reconoció en mayo del 2004 George Bush. Hoy quedan 4.537 presos en Abú Graib, aunque EEUU ha decidido abandonarla para enterrar su vergüenza.