Entre salvar su carrera política o su matrimonio, Tessa Jowell, de 58 años, eligió ayer su carrera y su deseo de salvar al Gobierno. El anuncio de la separación de la ministra de Cultura y Deportes británica y su esposo, el abogado David Mills, tras 27 años de vida en común, es el último episodio de un presunto caso de corrupción en el que el principal protagonista está en Italia y se llama Silvio Berlusconi. El escándalo, que desacredita al Gobierno laborista y al propio Tony Blair, gira en torno a medio millón de euros recibidos por Mills. Un soborno, según las autoridades italianas, procedente de Berlusconi, buen amigo, además, del premier británico.

Considerados por la prensa como "la pareja de oro del Nuevo Laborismo", las revelaciones sobre las turbias fianzas conyugales de la ministra y el abogado provocan la repulsa de las bases del partido. "Este asunto daña la credibilidad del Gobierno y, en mi opinión, ella debe marcharse", ha afirmado el diputado laborista Peter Kilfoyle.

Blair ha exculpado de cualquier corrupción a quien siempre ha sido su fiel aliada. "Es una excelente ministra, ampliamente respetada. Tengo total confianza en ella", ha dicho esta semana el primer ministro, implicándose en un conflicto que cada día se enreda más.

LA IMPLICADA DIJO NO SABERLO La cándida versión de Jowell es que no supo del regalo recibido por su esposo hasta cuatro años más tarde y, por ello, no informó a la Administración. "Supe, por primera vez, en agosto del 2004 que mi marido había recibido en septiembre del 2000 una suma de dinero, y él creyó que tenía razones para pensar que era un regalo", ha señalado en su declaración.

Sin embargo, la ministra ha firmado hipotecas y pedido créditos, alguno de los cuales canceló aparentemente con el generoso donativo. El código de conducta ministerial, al que están sujetos los miembros del Ejecutivo británico, impide aceptar regalos comprometidos, y la norma se aplica al cónyuge.

POR UN TESTIMONIO El marido de la ministra, un letrado especializado en ayudar a sus clientes a aligerar los impuestos, ha reconocido haber recibido el dinero a cambio de testificar en dos juicios a finales de los años 90 a favor de Berlusconi, cuando éste era sólo un empresario. Mills, que puede ser procesado en Milán y terminar en la cárcel, se ha retractado luego, diciendo que el dinero fue un regalo de un naviero italiano. El armador ha negado haber dado la suma.

Los jueces italianos que quieren procesar a Berlusconi han puesto en circulación esta semana una avalancha de información --15.000 páginas-- sobre las turbias relaciones de Mills con Il Cavaliere y sus próximos asociados. La prensa analiza cada detalle, y ayer The Guardian destacó el contacto mantenido por el abogado con un miembro de la Mafia siciliana, que actuó como intermediario de Berlusconi.

A la espera quizá de tiempos mejores, la ministra ha preferido distanciarse temporalmente de su esposo, en un intento desesperado por mantenerse a flote. La ministra de Cultura y Deportes y su marido "esperan que, con el tiempo, su relación se pueda restaurar" y, entretanto, "piden que la intimidad de sus hijos sea respetada", señala la nota del abogado de Mills.

Jowell debía ser el rostro del Partido Laborista para las elecciones locales del próximo mayo. Esa idea es ahora impensable. Ella es también, como responsable de Deportes, una de las principales figuras en los preparativos para los Juegos Olímpicos del 2012.

Mañana, la ministra en apuros deberá comparecer ante el Parlamento, donde el Partido Conservador ha pedido una investigación. Muy a su pesar y al igual que ocurrió con Peter Mandelson y David Blunkett, Blair tendrá posiblemente que prescindir de su aliada.