Policías puerta a puerta, los soldados por megafonía, los monjes con las campanas, las radios, las televisiones en sus informativos y todos como podían a sus familiares y amigos. Cuando los gobiernos del Sureste Asiático recibieron el lunes la notificación del Centro de Alertas de Tsunamis del Pacífico (Hawai) de que el terremoto cerca de la isla indonesia de Sumatra tenía suficiente potencia para causar un poderoso "maremoto destructivo", la alerta se extendió por los países de la zona en menos de dos horas. La Federación Internacional de la Cruz Roja se felicitó ayer por el buen funcionamiento del sistema básico de alerta, pese a que aún no hay un centro de control de emergencias.

En contraste con la demora fatal de información que hubo el 26 de diciembre, el lunes la mayoría de la población --excepto la que ya sufrió directamente el zarpazo del tsunami y vive en la provincia de Aceh-- pudo ponerse a salvo de las olas gigantes, que finalmente no llegaron. "El teléfono no paró en toda la noche", explicó Andrew Hewett, un agente de turismo de la isla Phi Phi (Tailandia). "Casi todos los habitantes de Mutom en el estado indio de Tamil Nadu se quedaron en la zona alta, desde la que se veía la playa con mucha claridad gracias a la luna llena. Estuvieron horas mirando el mar con aprensión, preocupados, pero sin pánico, preguntándose qué podría pasar", explicó a la agencia Efe Raquel Fernández, cooperante de la Fundación española Intervida.

TURISTAS DESAPARECIDOS El seísmo de 8,7 grados registrado a 200 kilómetros al oeste de Sumatra provocó al menos 430 muertos, según el último informe de ayer, aunque el vicepresidente indonesio, Yusuf Kalla, declaró que la cifra podría llegar a "entre 1.000 y 2.000" fallecidos sólo en Nias, la isla más afectada. Francia informó anoche de que no ha hallado a dos de sus turistas en esa ínsula y Suecia, a dos.

La ayuda empezó a llegar ayer a Nias, una escarpada isla de 700.000 habitantes, paraíso de surfistas. Un responsable local declaró a France Presse que el temblor de tierra destruyó el 80% de los edificios de la capital, Gumung Sitoli. Pero el traslado de la ayuda de las ONG y de los equipos de socorro a las zonas afectadas por el nuevo seísmo puede causar "mucho temor" a las personas que atendían hasta ahora, según explica Joe Previtt, jefe del Servicio de Apoyo Psicológico para el Sur de Asia de la Cruz Roja de EEUU.

"Todos, y en especial los niños, revivieron el pánico de diciembre, sintieron mucho temor y además corren el riesgo de sentirse muy tristes y muy solos si las organizaciones humanitarias que les han ayudado en este tiempo se trasladan a la zona de Indonesia afectada por el nuevo terremoto para hacer su trabajo", declaró Previtt.

"Es inevitable el miedo físico, al que se ha unido la superstición y un temor religioso, pues tanto el terremoto de diciembre como el de ayer se han producido en destacadas fiestas cristianas, y algunos monjes budistas han dicho ya que se ha debido a un castigo divino", añadió.

AYUDA Varios países, entre ellos EEUU, Singapur, Nueva Zelanda, Japón y Turquía, ofrecieron su ayuda. La UE expresó su "más sincero pésame" a las familias de las víctimas. La presidencia luxemburguesa presentó sus condolencias a Yakarta y ofreció "su apoyo y solidaridad al pueblo indonesio".