Una señora baja la escalinata del preuniversitario (instituto de bachillerato) del Vedado. Todo, edad y porte, indica que debe de ser una profesora, pero es el polvo de tiza sobre uno de los zapatos lo que definitivamente la delata. "A Raúl le falta el carisma de Fidel, no tiene su oratoria cautivadora y kilométrica y no cuenta con la proyección internacional de su hermano. Pero estas no parecen ser las dotes que necesita para ser el continuador de la obra del comandante, ni tampoco hay señales de que tenga interés en ellas", indica.

Seis meses ha cumplido Raúl Castro al frente de Cuba, tras el traspaso provisional de poderes forzado por la enfermedad de Fidel. Siempre al lado de su hermano, de verde olivo ambos, a Raúl la ciudadanía suele identificarlo con esa discreción, a la vez que le atribuye un carácter organizativo del que dio las primeras muestras al constituir el Segundo Frente en la Sierra Maestra en los años de lucha armada contra Batista.

Lo reafirmó después como ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Defensa), cuando llegó a tener uno de los más poderosos ejércitos de ese lado del mundo. Y, tras la caída del Muro de Berlín, al poner en marcha Gaviota, la entidad turística creada con el propósito de proveer de fondos frescos a los cuerpos armados.

Ligeros matices

Un joven espera tanda en la archiconocida heladería Coppelia, en el corazón de La Habana, que en sus días de gloria presumió de ofrecer cerca de 50 sabores. "Yo crecí viéndolos a los dos juntos y a Raúl levantando el brazo de su hermano y diciendo: ´Viva Fidel´. En cada ocasión lo repetía, como para que a nadie le quedaran dudas de que él también acepta su liderazgo. No conozco otra cosa. Así ha sido y pienso que así seguirá", explica.

Lleva un dragón tatuado en el brazo derecho y el cabello oxigenado, y dice que estudia en el Instituto Superior de Arte. "Hay mucha gente que cree que Raúl es más inclinado a seguir el modelo chino o el vietnamita de partido único y economía de mercado, pero yo no sé qué pensar, porque si Fidel no lo aplica por algo debe ser, y ese algo me parece que tiene que ver mucho con la cercanía de EEUU", añade.

A solo tres calles, subiendo frente al Hotel Habana Libre se llega a la Universidad de La Habana. "Va a seguir la misma línea, pero no será una copia al carbón de Fidel", dice Armando, profesor de una de las facultades de la Colina Universitaria, donde se formó Castro como líder estudiantil. Debe de estar cerca de la edad de 50 años, así que nació con el triunfo de la Revolución, en 1959. "Con su discurso del 2 de diciembre, a mí me quedó claro que Raúl seguirá el mismo camino, pero a su manera. Terminó diciendo: ´Viva Cuba Libre´, que constituyó el grito de combate de los mambises revolucionarios cubanos durante la Guerra de Independencia; pero no el de ´Patria o muerte´ de Fidel, y eso marca diferencia", asegura.

El hombre tranquilo

"Sí, es verdad, ahora que usted lo dice, recuerdo que así terminó el discurso", manifiesta una doctora que entra de guardia en el Hospital Calixto García, situado junto al centro universitario. "Hay una cosa --añade-- que me llamó la atención: a las personas que íbamos a participar en el desfile se nos dijo que solo se podían llevar banderas cubanas; ni de Venezuela, ni de otro lugar, y eso para mí significa que el país dará prioridad a nuestros problemas; la solidaridad está bien y la aplaudo, pero si la gallina no tiene agua para beber cómo va a invitar al pato a bañarse", espeta la doctora.

Una señora sale del hospital con un anciano en silla de ruedas. A simple vista, no se puede saber quién está más enfermo de los dos. "Yo, a Fidel, lo extraño, para qué voy a decir una cosa por otra. Es verdad que muchas veces eran demasiadas horas ante la televisión, y que uno se cansaba, pero llegó a ser un familiar más. Ni antes ni ahora pasa un día en que no se le mencione. Yo hablo con él en sueños y le he dicho mucho de lo que pasa aquí", dice.

"A Raúl lo veo como más tranquilo, no sé si eso es así. Da la impresión de que no quiere, o no le gusta, destacarse mucho", añade, mientras le ajusta la gorra al anciano. Es del equipo de béisbol de los Industriales, el que más fanáticos mueve en Cuba. Se apura como para huirle a la noche a punto de caer. Nunca dejó de sonreír. Manía de los cubanos.