Cerdos, pintalabios, educación sexual para niños de guardería, machismo, patetismo. Estos conceptos han sustituido a Irak, la economía o la energía como temas de debate en la pugna entre Barack Obama y John McCain. Las encuestas por estados hablan de un empate técnico en votos electorales, los sondeos nacionales describen un cambio de tendencia a favor del ticket republicano, quedan solo 54 días para que se vote y la ansiedad y los nervios afloran. Es la hora de ensuciar la campaña.

La polémica del momento va de pintalabios. Una de las frases que más juego le dieron a Sarah Palin en la convención republicana fue: "¿En qué se diferencian una madre que lleva a sus niños a jugar a hockey y un pitbull? La madre lleva pintalabios". El martes, Joe Biden fue presentado así por un congresista: "No puedes disfrazar un currículo, ni siquiera con mucho pintalabios". Y en otro acto, Obama remató: "McCain dice que él también está por el cambio, excepto en política económica, sanidad, política fiscal, educativa, exterior y el estilo de Karl Rove. Eso no es cambio. Eso es llamar a lo mismo de una forma diferente. Puedes poner pintalabios a un cerdo, sigue siendo un cerdo".

LA MONA Y LA SEDA La frase en inglés significa lo mismo en español que la expresión "aunque la mona se vista de seda, mona se queda". Es una frase hecha de uso habitual y, por ejemplo, la utilizó John McCain este año al argumentar que el plan de reforma de la sanidad de Hillary Clinton era muy parecido al que presentó como primera dama.

Pero estamos en la recta final de una campaña muy reñida y los republicanos reaccionaron con indignación y exigiendo una disculpa ante un ataque "machista".

"¿Quién ha estado hablando últimamente de pintalabios? Es obvio", dijo un portavoz de McCain, cuya campaña emitió ayer un vídeo cargando contra Obama por machista. La campaña del demócrata, por su parte, afirma que la queja de los republicanos es un "intento patético de usar la carta del género".

Ayer, Obama lamentó que estas polémicas solo sirven para "distraer" a los votantes. Es cierto que la estrategia es esa, como también lo es que cuesta creer que una campaña como la de Obama, que basa parte de su éxito en estudiar los mensajes, no cayera en la cuenta de lo que implicaría la comparación.

No es el equipo de Obama el único culpable de ensuciar la campaña. El candidato lleva aguantando infundios de la esfera conservadora desde hace meses.