El hombre, un árabe, se acercó, dijo lo que tenía que decir y se fue sin dejar tiempo a reaccionar: "Preguntar a los árabes en la calle no es fácil, porque tienen miedo de que los kurdos les oigan". Tras entrevistar a varios árabes en el mercado de Kirkuk, la frase del joven desconocido confirmó las sospechas: bajo su apariencia tranquila, Kirkuk --construida sobre un yacimiento de petróleo--, vive tensiones entre kurdos y árabes.

Ayer miles de kurdos --tres cuartas partes de la población-- se manifestaron al grito de "Kirkuk es el corazón del Kurdistán". Los líderes kurdos exigen que, en un futuro Irak federal, Kirkuk forme parte del Kurdistán. La reivindicación, afirman, no persigue el petróleo de esta ciudad, sino que se basa en derechos históricos. Intelectuales y políticos están promoviendo un referendo para que la provincia se una al Kurdistán.

Castigados por Sadam

La historia de Irak tiene estas cosas, gira según de qué lado sople la potencia de turno. En su dictadura, Sadam Husein discriminó a los kurdos y emprendió una política de arabización para cambiar la distribución étnica. "Esta política empezó en 1963, pero Sadam la acentuó. Unas 80.000 familias kurdas fueron deportadas y vinieron del sur de Irak unas 50.000 familias árabes", explica el kurdo Faranan Akathman, presidente de la Oficina de Derechos Humanos de los Deportados. En Kirkuk había hasta entonces una tribu árabe, la Al Hadeed.

Sadam entregaba a estos empobrecidos árabes del sur una parcela de tierra y una fortuna: 30.000 dólares. "Los kurdos éramos considerados árabes de segunda", explicaba ayer Ahmed Karim, un mecánico kurdo de 38 años, parte de cuya familia desapareció durante la represión sadamista en la zona en 1988. Ahora, tras la guerra, las cosas han cambiado. El gobernador y los principales cargos son kurdos. Los niños en las escuelas, sean árabes o kurdos, cursan asignatura de lengua kurda. La policía la forman kurdos, árabes y turcomanos. Ahora son los árabes los que se van.

"No hay diferencias entre árabes y kurdos. Todos queremos ser libres bajo la bandera de Irak. Pero Kirkuk pertenece al Kurdistán", subraya Ahmed Karim. "No hay diferencias, porque todo es Irak", afirma Abdel Mahmud, un árabe que regenta una tienda de comestibles en el mercado. A pesar de repetir que en Kirkuk los árabes no tienen problemas, Abdel Mahmud admite que hay árabes que se van "por miedo". ¿De qué? "Al no haber Gobierno, temen que les pase algo".

"Los que se van son sadamistas o baazistas. Yo no lo soy y no tengo problemas", sugiere Ali Rassam, un árabe de 36 años procedente de Nasiriya. "Todo Irak es lo mismo, y Kirkuk es Irak", insiste Ahmed Abdul All, de 20 años. No opinan lo mismo los kurdos.