Mal comenzó la tarde para los socialdemócratas alemanes. La Pariser Platz de Berlín, detrás de la Puerta de Brandeburgo, presentaba un aspecto casi desolador a media hora del comienzo del acto de cierre de campaña del SPD en la capital alemana. A medio llenar y con el cielo encapotado, cuando la banda invitada cerró su actuación con una versión del éxito de AC/DC Highway to Hell (autopista al infierno) muchos sonrieron viendo la ironía de lo premonitorio que podría llegar a ser el título de la canción para el futuro inmediato del candidato socialdemócrata, Frank Walter Steinmeier.

Pero de manera casi milagrosa, como le ha ocurrido al SPD en las campañas electorales de la última década, la plaza se llenó en los últimos minutos y cuando Steinmeier subió al escenario ya tenía el aspecto de un acto digno de uno de los partidos mayoritarios de Alemania. El candidato socialdemócrata no dejó escapar el simbolismo del lugar: "La Puerta de Brandeburgo es un ejemplo de que todo es posible en este país", comenzó. En este caso, el milagro que piden los socialdemócratas es que los 10 puntos que les separan de sus socios conservadores en los sondeos se recorte en dos días: "Hace dos semanas, desde mi debate con Merkel, que luchamos con el viento a favor. Un partido capaz de recuperarse es un partido capaz de cualquier cosa y yo les digo que los resultados del domingo serán muy distintos a lo que dicen las encuestas", aseguró convencido Steinmeier arrancando la primera ovación de la tarde.

LA ESPERANZA Eso es lo que le queda al SPD: la esperanza de que una buena parte del 35% de alemanes que siguen indecisos se decidan a ir a votar y lo hagan en su favor. Las últimas encuestas dan a los socialdemócratas un 25% de los votos, un resultado mejor que el que se les auguraba en los últimos meses, pero aún muy por debajo del 35% que se vaticina para la unión conservadora formada por la CDU de la cancillera, Angela Merkel, y sus hermanos bávaros de la CSU.

En casi dos meses de campaña, ha aprendido a arremeter contra los que han sido sus socios de coalición en los últimos cuatro años. La fórmula mágica consiste en atacar a la coalición que defiende el partido de Merkel con los liberales del FDP, la llamada coalición negro-amarilla. "La cancillera Merkel ya ha tomado una decisión y esa decisión es formar un Gobierno negro-amarillo. Pero ese Gobierno significa una bajada de impuestos para unos pocos y la desmantelamiento de las redes sociales, significa gobernar para los banqueros y los empresarios. Tenemos que evitar un Gobierno así", gritó el actual vicecanciller.

Steinmeier esgrimió hábilmente sus bazas contra ese hipotético Gobierno. Defendió el salario mínimo interprofesional, el apagón nuclear y la prohibición del partido de extrema derecha alemán, el NPD, una cuestión que ha entrado en la campaña a última hora tras conocerse que esta formación ultra mandó cartas intimidatorias a los candidatos al Parlamento de origen extranjero.