La negativa del Gobierno de Sri Lanka a permitir la entrada en el país del ministro de Exteriores sueco, Carl Bildt, desató ayer la indignación de la Unión Europea (UE) y provocó que Estocolmo llamara a consultas a su embajador en Colombo. Bildt preveía acompañar a sus colegas británico y francés, David Miliband y Bernard Kouchner, en una misión para presionar en favor de una tregua entre el Ejército srilankés y los rebeldes tamiles, pero a Bildt le ha sido negado el visado "sin ninguna explicación".

Un alto responsable de la diplomacia srilankesa invocó la soberanía nacional del país, gobernado por un régimen nacionalista: "No somos una colonia ni un país del tercer mundo en bancarrota". En círculos europeos se atribuye el desplante a las tensas relaciones de Colombo con los países escandinavos.