El ministro de Exteriores británico, Jack Straw, admitió ayer que el informe confidencial sobre las armas en Irak, copiado parcialmente de un antiguo trabajo universitario, fue una vergüenza para el Gobierno y nunca debió ser publicado. Straw compareció ante el Comité de Exteriores del Parlamento, que investiga si Tony Blair ofreció datos engañosos o exageró el peligro que suponía el armamento iraquí. El jefe de la diplomacia calificó el incidente de "error muy importante" pero negó que el Gobierno hubiera distorsionado datos.