El líder supremo de Irán, Ali Jamenei, afirmó hoy que este país no renunciará a su plan nuclear, y prefiere la "democracia religiosa" a la occidental, confirmando así su lealtad al fundador de la República Islámica, el ayatolá Ruholá Jomeini, dieciocho años después de su muerte.

"No hay que suplicar el derecho a las potencias que quieren tener la hegemonía sobre los pueblos, sino conseguir esos derechos con insistencia", dijo Jamenei en un discurso con ocasión del aniversario de la muerte de Jomenei.

"El pueblo iraní ha conseguido su autodeterminación (con la revolución islámica, en 1979), y ahora tiene que lograr su derecho nuclear sin rogar a nadie", añadió el máximo líder iraní en medio de aplausos de los miles iraníes presentes, que coreaban "la tecnología nuclear es nuestro derecho".

Su declaración se produce antes de la cumbre del Grupo de los ocho países más industrializados (G8), que se celebra entre el miércoles y el viernes próximos en Heiligendamm (Alemania), y en la se espera que se trate del contencioso por las actividades atómicas de Irán.

La comunidad internacional exige que la República Islámica suspenda el enriquecimiento de uranio y varias potencias occidentales, especialmente EEUU, sospechan que el plan nuclear iraní tiene fines militares, lo que Teherán rechaza y asegura que su programa es pacífico.

El sucesor de Jomeini y líder supremo de Irán pidió a los iraníes que no den pasos hacia atrás respecto a "sus avances en la ciencia y la tecnología", ya que "las potencias arrogantes se ponen más amenazantes si un pueblo muestra flexibilidad en el trato con ellos".

Jamenei también criticó el modelo de la democracia occidental y opinó que "ha fracasado". "Los iraníes rechazan la democracia basada en los principios de Occidente y quieren la democracia religiosa", insistió.

Por otro lado, acusó a los "enemigos" de intentar provocar un conflicto sectario entre los musulmanes, como el que ocurre desde hace más de un año entre los suníes y los chiíes en Irak.

Asimismo, instó a los países y a los grupos islámicos, "cualquiera que sea su tendencia" religiosa o étnica a unirse "para hacer frente a los enemigos de la nación".

Según los medios locales, centenares de miles de personas de distintas provincias del país participaron en la conmemoración del aniversario de la muerte de Jomeini.

La ceremonia principal tuvo lugar en el mausoleo de Jomeini, un edificio cuadrado y dorado con una cúpula en el centro y cuatro minaretes en cada esquina, situado cerca del cementerio de Behest Zahra (sur de Teherán), a donde acudieron también "invitados extranjeros".

La ceremonia comenzó con una manifestación de duelo de los "peregrinos" que entraron en el mausoleo mientras coreando con el nombre del Imam Husein, nieto del profeta Mahoma e hijo del cuarto califa musulmán, Imam Ali, una de las figuras islámicas más respetadas por la comunidad chií.

Los iraníes participantes entraron en el mausoleo golpeándose la cabeza y el pecho en señal de duelo, como suelen hacer los chiíes en sus fiestas relacionadas con el aniversario de la muerte violenta en el siglo VII del Imam Husein.

Además, iban en su mayoría vestidos de negro, con excepción de algunos participantes que llevaban un "kafan", especie de mortaja para los entierros islámicos.

Hijo de una familia religiosa, Jomeini nació en 1902 y fue criado en la aldea de Jomein, al sur de Teherán, y comenzó, dieciocho años más tarde, una carrera religiosa chií hasta que obtuvo en 1961 el titulo de Ayatolá, lo que para los chiíes sirgnifica ser un teólogo dotado de una infalible autoridad moral.

Fue expulsado en 1962 por su oposición al Gobierno del Shá Mohamad Reza Pahlavi, y emprendió una lucha política desde el exilio y su regreso a Irán en 1979 marcó el derrocamiento del régimen monárquico y el establecimiento de la República Islámica.