"Con la independencia, las cosas mejorarán, habrá trabajo, desarrollo y más riqueza para todos", comenta rodeado de bártulos y churumbeles Simon, un sudanés del sur que acaba de llegar, literalmente con la casa a cuestas, desde Jartum. Ha remontado el Nilo más de 1.500 kilómetros y, después de 15 años trabajando en el norte, quiere participar en la creación de Sudán del Sur. O de la República de Sudán del Sur, o Nuevo Sudán, o la República del Nilo. Nadie sabe aún cómo se va a llamar el nuevo país que nacerá si en el referendo de mañana gana el sí a la independencia con una participación de más del 60%. Lo que sí parece seguro es que el Estado más grande de Africa está a punto de dejar de serlo.

Con la secesión, dicen los sudaneses del sur, llegará también la paz y terminará un conflicto armado que se ha cobrado unos dos millones de vidas en 22 años. Es un enfrentamiento que se suele explicar como el norte musulmán contra el sur negro, cristiano y animista, pero en el que han concurrido muchos más factores, como el control del petróleo, del agua, el tráfico de esclavos sur-norte, históricas negligencias coloniales e intereses extranjeros. "Todo irá mucho mejor cuando seamos libres", recalca Afsa, una vendedora de legumbres del céntrico mercado de Konyo Konyo, en Juba, capital de esta región semiautónoma. La expectación es tan grande que la rotonda principal de la ciudad alberga una inmensa cuenta atrás que recuerda a los cuatro vientos el tiempo que falta hasta la secesión.

Anoche mismo el "concierto del último paseo hasta la libertad" congregó a numerosos artistas internacionales para celebrar (por adelantado) lo que se espera que sea una fiesta para todos los habitantes de Sudán del Sur. O para casi todos, porque el 4% que, según la última encuesta, optará por continuar junto al norte, no se deja ver por la calle o, al menos, no lo confiesa.

MOVIL CONMEMORATIVO Un evento de la magnitud y repercusión de esta consulta popular no ha pasado desapercibido para los olfatos más emprendedores de la zona, que hasta han aprovechado el tirón para crear un móvil conmemorativo de la votación a razón de 77 euros la pieza. Ya se ha agotado la tirada.

El optimismo choca con la cruda realidad: el 90% de la población vive con menos de un dólar al día, solo un 10% de los niños están completamente vacunados y una de cada siete embarazadas muere por causas relacionadas con la gestación. Por no hablar del acceso al agua potable, un lujo al alcance solo del 50% de los casi nueve millones de habitantes.

Cuando la euforia pase, el Gobierno de Sudán del Sur tendrá que lidiar con el analfabetismo, que alcanza al 85% de la población. Por ello, las papeletas del referendo dan a elegir entre los dibujos de dos manos abrazadas (que continúe la unidad con el norte) o una palma abierta (que significa independencia). En cualquier caso, todos parecen tener claro que deberán estampar su huella dactilar junto a la opción de "secesión".