Fiel a sus principios y acorde con la decisión que había anunciado, la periodista sudanesa Lubna Ahmed Hussein ingresó ayer en prisión tras negarse a pagar una multa equivalente a 145 euros a la que había sido condenada por llevar pantalones. El tribunal desestimó la petición del fiscal de que la procesada recibiera 40 latigazos por el "indecente acto" de vestir una prenda que las autoridades consideran, según el artículo 152 del Código Penal sudanés, inadecuada para las mujeres.

El caso de Lubna, viuda y de poco más de 30 años, se ha convertido por su firmeza y por la presión mediática que lo ha rodeado en una bandera en defensa de los derechos de la mujer en Sudán. Su abogado, Nadil Adib, explicó que su clienta estará un mes en la cárcel por negarse a cumplir la sentencia dictada por un tribunal penal de Jartum.

La defensa le había aconsejado pagar la multa y apelar el fallo, pero la procesada se negó porque está decidida a luchar en favor de la derogación del mencionado artículo del Código Penal, y a poner de manifiesto públicamente la forma en que en Sudán se viola la Constitución, los derechos de la mujer y los principios religiosos. Según Lubna Hussein, en ningún pasaje del Corán se establece que las mujeres deban ser flageladas por su vestimenta. "Que me muestren los pasajes en los que se estipula. Yo no los encuentro", afirmó.

Grupos de mujeres se manifestaron ayer delante del tribunal en apoyo a Lubna Hussein. Frente a ellas, decenas de hombres corearon insultos y eslóganes religiosos e intentaron agredirlas. Calificaron a la procesada de "prostituta" y reclamaron el máximo castigo. La policía disolvió la manifestación con contundencia y detuvo a medio centenar de mujeres participantes.

CASTIGADAS CON EL LATIGO Lubna Hussein fue detenida el pasado julio en una fiesta junto a otras 12 mujeres por vestir la "indecente prenda". Diez de ellas fueron convocadas por la policía y pocos días después recibieron una decena de latigazos tras declararse culpables. Pero Lubna se negó, pese a que por su trabajo en la ONU podría haber reclamado inmunidad. El Ministerio de Exteriores de Sudán trató de negarle ese derecho, pero ya era demasiado tarde. La joven periodista, en pantalones, había proclamado públicamente su deseo de someterse al juicio y, en el caso de ser condenada a los latigazos, recibirlos en público para mostrar ante el mundo la represión del país islámico, uno de los más rígidos de Africa.

Los castigos por problemas de vestuario empezaron a aplicarse en Sudán, de forma sostenida aunque no muy frecuente, hace unos 20 años. En el país existen grandes diferencias culturales entre la población del norte, de mayoría musulmana, y la del sur, cristiana o animista.