Los partidos egipcios de la oposición se han propuesto acabar de una vez con el reinado del presidente Hosni Mubarak, en el poder desde hace 23 años. Y no sólo eso. Han hecho piña también para evitar que su hijo Gamal, que ocupa un importante cargo dentro del poderoso Partido Nacional Democrático (PND), suceda a su padre en la jefatura del Estado. "Rechazamos la sucesión hereditaria", dice a este diario Husein Abderrazaq, secretario general del partido de izquierda Tagamu, uno de los más importantes del país.

La influencia de Gamal en la vida política egipcia es cada vez más notoria. Con 41 años, el hijo de Mubarak preside la comisión política del PND, la de mayor peso dentro del partido. "Gamal es un hombre inteligente y bien preparado", opina un observador occidental. "No hay duda de que intervino en la remodelación del Gobierno el pasado mes de julio. Los nuevos ministros son todos hombres de su entorno y confianza", añade.

Gamal fue el protagonista del congreso anual que el PND celebró esta semana en El Cairo. Y la oposición aprovechó la ocasión para hacer público un comunicado en el que exige reformas políticas urgentes.

En Egipto, el Parlamento designa un único candidato y lo somete a referendo popular. Como la Cámara está dominada por el PND --con más de 400 escaños de un total de 454-- el candidato es siempre Hosni Mubarak, que renueva su cargo cada seis años. En todos los casos, los votos de apoyo han superado el 90%.

Elecciones abiertas

La oposición exige elecciones directas, que se reduzcan los poderes del presidente y se limiten a dos años sus mandatos. También pide la excarcelación de los detenidos políticos y que se levante el Estado de emergencia, vigente desde 1981. De momento, el Gobierno ha hecho oídos sordos a las peticiones, lo que no ha sorprendido a la oposición, acostumbrada a un "sistema de partido único en un molde multipartidista", como lo define Husein Abderrazaq.

En la calle, cada día está más extendido el rumor sobre las aspiraciones de Gamal. La oposición advierte del peligro de que Egipto se convierta en una "república dinástica", al estilo sirio. Rachid, maestro, lo tiene claro. "Gamal acabará sucediendo a su padre", dice, resignado. "Los partidos opositores son muy débiles. El único con verdadero respaldo es el de los Hermanos Musulmanes, y está ilegalizado".