Por segunda vez en menos de 15 días, la ciudad santa chií de Kerbala, situada a un centenar de kilómetros al sur de Bagdad, fue el blanco de un sangriento atentado terrorista que se llevó por delante la vida de al menos 60 personas, mientras que más de 160 resultaron heridas.

La explosión, provocada por un suicida que conducía un coche bomba, se produjo ayer junto al control de policía que protegía la mezquita del Imán Abbás, uno de los santuarios más venerados por los chiís. Este ataque puede agravar todavía más la guerra que libran en Irak los extremistas sunís y los chiís.

La fuerte explosión se registró a las siete de la tarde hora local (dos horas menos en España) cuando un gran número de fieles acudían a la última plegaria del día. La zona, llena de comercios y restaurantes, está muy cerca también de otro importante mausoleo chií, el del Imán Husein, nieto como Abbás del Profeta Mahoma.

Tras el atentado, numerosos civiles corrieron en dirección al lugar de la explosión en busca de familiares o amigos. La policía se vio obligada a disparar al aire para dispersar a la gente que, enfurecida, lanzó piedras contra los uniformados a quienes acusaban de ser incapaces de protegerles de los grupos armados.

El pasado 14 de abril, en la misma zona, otro atentado costó la vida a 47 personas y dejó a más de 220 heridas. También ayer, un suicida hizo estallar un camión bomba frente a la casa del jefe de policía de la localidad de Hit, en la provincia de Anbar, y mató a nueve soldados y seis civiles. Los atentados de ayer se suman a otros igual de mortíferos que se han registrado estos últimos días en Irak.