El centro de Bagdad volvió a vivir ayer el horror de los coches bomba, del ulular de las sirenas de las ambulancias y de los cuerpos mutilados. Al menos 11 muertos, entre ellos un soldado estadounidense, y 40 heridos causó el vehículo que un suicida hizo estallar en una de las entradas de la Zona Verde, que acoge las embajadas de Estados Unidos y el Reino Unido y las oficinas del Gobierno provisional. Horas después, el gobernador de la ciudad iraquí de Mosul, Osama Yusuf Kashmula, murió tiroteado junto con dos de sus escoltas.

El atentado de ayer en Bagdad fue el primero de envergadura en la capital iraquí tras el traspaso de poderes al Gobierno interino, el pasado 28 de junio. El primer ministro, Iyad Alaui, visitó la zona del ataque, donde reiteró su compromiso de seguir adelante con los planes para eliminar el terrorismo y restablecer la seguridad en el país. Alaui apuntó que el ataque es la respuesta de los insurgentes a la campaña iniciada por las fuerzas de seguridad iraquís para detener a supuestos terroristas y delincuentes en la capital, en el marco de la cual más de 500 personas han sido arrestadas en dos días.

MUERE UN SOLDADO DE EEUU El coche bomba hizo explosión pasadas las nueve de la mañana, momento en el que decenas de vehículos y gran cantidad de personas hacían cola para entrar en la Zona Verde, cuyo recinto comprende 8,5 kilómetros cuadrados y está fuertemente defendido por bloques de cemento de tres metros de altura y varias compañías de soldados estadounidenses. Las víctimas son tres guardias nacionales iraquís, un soldado estadounidense y el resto, civiles iraquís que esperaban turno para solicitar un empleo.

El coche bomba hizo explosión en un puesto de control que da acceso al aparcamiento que usan los periodistas que acuden al centro de convenciones de Bagdad, en la misma zona donde estaba la sección de intereses de EEUU antes del traspaso de poder. El lugar sirve ahora a la fuerza multinacional y al Ejecutivo iraquí como centro de encuentro y de relaciones públicas.

Los miembros del Gobierno iraquí, al igual que la policía y el Ejército, son blanco continuo de los ataques de los grupos insurgentes en Irak, que los acusan de colaboracionismo con las fuerzas extranjeras. En esta ofensiva se enmarca también el ataque contra el gobernador de Mosul, que fue asesinado junto con sus guardaespaldas cuando el convoy que lo trasladaba a Bagdad fue atacado con granadas y disparos de armas automáticas. La emboscada tuvo lugar en la localidad de Baiyi, a unos 200 kilómetros al norte de Bagdad.

Además, un portavoz del Ministerio de Interior anunció el asesinato, el martes en la capital iraquí, del director general del departamento, Sabir Karim.