A Bush se le ha ocurrido una idea: encauzar a la OTAN para que sirva a sus propósitos en la inabarcable guerra contra el terrorismo, que tras el fracaso contra Bin Laden, enfila un objetivo más a su medida: el tirano de Bagdad. Una alianza de circunstancias con una OTAN incapaz de transformarse en el brazo armado de la Europa unida serviría, por lo menos, para dar una ´justificación global´ a la próxima invasión de Irak. Operación militar que sólo parece inevitable porque está apuntada en la agenda del emperador Bush.
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