La consejera de Estado y líder de facto del Gobierno birmano, la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, romperá públicamente su silencio sobre la crisis de los rohinyas la semana próxima en una alocución televisada. El anuncio de su Gobierno, realizado a pocas horas de iniciarse una reunión a puerta cerrada en la ONU sobre esta emergencia humanitaria, pretende salir al paso de las nuevas críticas recibidas tras conocerse que Suu Kyi había decidido cancelar su viaje a Nueva York para asistir a la Asamblea General de las Naciones Unidas que debatirá sobre la crisis por la necesidad de afrontarla desde casa.

La exdisidente birmana, desde hace días bajo el fuego de las críticas internacionales por su ambigüedad en torno a la persecución de la minoría musulmana de los rohinyas, anuló ayer su desplazamiento a Nueva York bajo el pretexto de que «bajo las actuales circunstancias, asuntos domésticos necesitan su atención», declaró Kyaw Zeya, portavoz del Ministerio de Exteriores. «Está centrada en establecer la estabilidad», añadió Zaw Htay, portavoz de su oficina, en relación a la violencia desatada en el oeste de Birmania contra los rohinyas, que ha desembocado en un éxodo masivo de refugiados hacia Bangladés.

En la ONU, el año pasado, Suu Kyi se comprometió a defender los derechos de los rohinyas, por lo que su ausencia ha levantado polvareda. Presionada para expresarse por la comunidad internacional, aunque obligada a mantener un precario equilibrio en sus relaciones con el Ejército, Suu Kiy pronunciará finalmente el martes -el mismo día que comenzará la 72 sesión regular de la Asamblea General de la ONU- un discurso televisivo sobre la situación en el estado de Rakhine (oeste) y la necesidad de retornar a la paz y la reconciliación, según fuentes de su oficina.

DESINFORMACIÓN / Hasta ahora, el único comentario oficial de Suu Kyi sobre la crisis lo vertió hace días en Twitter, denunciando un «iceberg de desinformación» sobre los rohinyas y defendiendo la acción del Ejército birmano. La persecución de esta minoría musulmana, sin embargo, no ha parado de aumentar. Desde el 25 de agosto, casi 400.000 rohinyas han huido a Bangladés a raíz de la operación militar desplegada en respuesta al ataque contra puestos policiales perpetrado por un grupo de insurgentes de la misma etnia. Al menos 414 personas, según cifras oficiales, han muerto en los combates y la contraofensiva militar, aunque el número real podría ser más abultado.

Organizaciones no gubernamentales han denunciado violaciones de los derechos humanos cometidas por los soldados, a quienes se achaca asesinatos, quemas de viviendas, saqueos y violaciones. El propio alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad al Hussein, alertó el lunes contra lo que denominó «ejemplo de libro de limpieza étnica».