Las tiendas y los colegios están cerrados; aún hay muchas áreas del distrito en poder de los talibanes", explica por teléfono a este diario Anuar Jan, jurista de profesión, refugiado en la población de Mardan tras huir de los combates que se están desarrollando más al norte, a solo 100 kilómetros de Islamabad, capital de Pakistán. Desde hace seis días, soldados paquistanís y militantes islamistas se enfrentan por el control del distrito de Buner en una enconada batalla que amenaza con desencadenar una guerra sin cuartel en todo el noroeste del país.

En esta ocasión, la cercanía de los choques armados con la sede del Gobierno suscita nuevas inquietudes acerca de la seguridad que rodea al único arsenal nuclear del mundo en manos de un Estado musulmán.

"Continuaremos con nuestras operaciones hasta que cumplamos con nuestro objetivo, que es expulsar o eliminar a los militantes del distrito de Buner", promete Athar Abbás, portavoz militar paquistaní. "El Ejército será derrotado en el valle", responde, también por teléfono desde Swat, Muslim Jan, portavoz de los talibanes locales. Atrapados por el fuego cruzado, los 300.000 habitantes de Buner sobreviven a duras penas a una batalla en la que, según Anuar Jan, recientemente huido de la zona de combates, las fuerzas de seguridad emplean "armas pesadas, morteros y artillería, con el apoyo de helicópteros". "Debido a lo montañoso del terreno, los bombardeos no están dando resultado", sostiene.

SIN CIFRAS EXACTAS Sin poder dar cifras exactas acerca del número de víctimas civiles que ha provocado la ofensiva, el portavoz militar Athar Abbás afirmó que esta se desarrolla de forma favorable para las tropas gubernamentales y que "las tres cuartas partes del distrito de Buner ya han sido reconquistadas". "Solo queda un cuarto del distrito en el norte en poder de los militantes, que incluye dos pequeñas poblaciones", recalca.

Acerca de la posibilidad de continuar con el asalto en el adyacente distrito de Swat una vez los islamistas hayan sido expulsados de Buner --lo que encendería la mecha de la guerra total con los talibanes en todo el inmenso e inhóspito noroeste de Pakistán-- Athar Abbás se encoge de hombros: "El alto el fuego en Swat todavía es válido; si el Gobierno ordena que continuemos hacia Swat, lo haremos", explica, después de culpar a los talibanes de "violar el alto el fuego" del pasado febrero al penetrar en el distrito de Buner.

En el bando contrario, el portavoz islamista Muslim Jan amenaza con "una respuesta adecuada" al Ejército si ataca el valle. Para los talibanes de Swat, el cese de las hostilidades "aún está vigente". "Los musulmanes no rompemos acuerdos", sentencia. Sin embargo, según los residentes locales, los combates en el otrora turístico valle pueden estallar en cualquier momento, ya que "talibanes y Ejército han tomado posiciones estratégicas el uno frente a otro", relata con preocupación desde Mingora, capital de Swat, Mehbood Jan.

El Ejército impuso el fin de semana un toque de queda que los islamistas desafían abiertamente con las armas cargadas. "Los talibanes vuelven a patrullar con armas, incluso por la ciudad", destaca Jan. La inestabilidad y la proximidad de los combates con la capital del país inquietan a muchos analistas internacionales por la seguridad del arsenal atómico del país.