De mala gana, tras numerosas dilaciones, el presidente de Liberia Charles Taylor cedió ayer sus poderes al vicepresidente Moshe Blah, quien a partir de ahora dirigirá el país, tutelado por las fuerzas de paz africanas, hasta el próximo 14 de octubre. La renuncia de Taylor puede significar el fin de 14 años de contienda civil (250.000 muertos y dos millones de desplazados) si se cumple la promesa formulada ayer por Sekou Fofana, uno de los jefes del movimiento rebelde Liberianos Unidos por la Reconciliación y la Democracia (LURD), quien dijo que en lo que a ellos concierne, "la guerra ha terminado".

En su último discurso a la nación, Taylor se presentó como la víctima de un complot encabezado por EEUU que le ha "forzado al exilio". Antes de ir a Nigeria, único país que se ha ofrecido a acogerlo, Taylor se despidió con un: "Volveré si Dios quiere".

Taylor ha dejado su cargo en virtud de un acuerdo de paz alcanzado en Accra (Ghana), auspiciado por los 14 países que forman la Comunidad Económica de los Estados de Africa del Oeste (Cedeao), tres de cuyos presidentes estuvieron ayer en la ceremonia la toma de posesión de Blah. Los presidentes de Ghana, John Kufuor, de Mozambique, Joachim Chissano, y de Suráfrica, Thabo Mbeki, sancionaron con su presencia la seriedad del nuevo proceso político liberiano.

Pese a la buena disposición del LURD manifestada ayer, aún no está claro si los rebeldes aceptarán a Blah como jefe del Estado.