"Que Jesús reciba mi espíritu. Te quiero, Edgardo". Con estas palabras de amor hacia su primo, se despidió el jueves por la noche (hora estadounidense) Heliberto Chi, un inmigrante sin papeles de 29 años procedente de Honduras que fue ejecutado por inyección letal en el penal de Huntsville, en Tejas. Chi es el segundo ciudadano extranjero que ha sido ejecutado esta semana en Tejas, a pesar de que los dos denunciaron que las autoridades del estado vulneraron las convenciones internacionales al no proporcionarles asistencia legal de sus consulados en el momento del arresto. El anterior ajusticiado fue el mexicano José Medellín, condenado por la violación y asesinato de una joven.

En el caso de Chi, el hondureño fue considerado culpable de matar a tiros a su antiguo jefe y herir a otra persona en el 2001 durante un robo cerca de Dallas. Tras ser arrestado, en ningún momento hasta que fue juzgado y condenado, Chi fue informado de su derecho a recibir asesoramiento legal de su consulado.

A diferencia de Chi, en el caso de Medellín y otros 50 presos mexicanos, el Gobierno de México presentó un recurso ante el Tribunal de La Haya. La corte dio la razón a México y exhortó a EEUU a aplazar las ejecuciones de los extranjeros en la misma situación. El presidente George Bush pidió al estado que acatara la sentencia, sin embargo, Tejas apeló al Supremo, que falló que los estados tienen más autoridad que el presidente para aplicar la pena de muerte.