Nunca ha visto Israel con buenos ojos la injerencia foránea en sus asuntos o la presencia de tropas internacionales en los territorios palestinos. Partiendo de esta base, la ministra israelí de Exteriores, Tzipi Livni, rechazó ayer una propuesta europea para emplazar observadores internacionales en las fronteras de Gaza una vez se alcance un alto el fuego. Cuando llegue el momento de acallar las armas, la principal aspiración de su Gobierno es encontrar un mecanismo lo suficientemente sólido para evitar el rearme de Hamás. Por ahora, la presión diplomática sobre Israel sigue siendo tibia.

La primera delegación de la Unión Europea (UE) llegó ayer a Jerusalén, 10 días después del comienzo de la ofensiva. "No tenemos un plan específico para el alto el fuego porque son las partes implicadas las que deben alcanzarlo", dijo el ministro de Exteriores checo, Karel Schwarzenberg, que encabeza la delegación --de la que forma parte el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana-- porque su país, estrechamente alineado con EEUU, ostenta la presidencia de la UE. La segunda avanzadilla comunitaria la dirige el ubicuo Nicolas Sarkozy.

Tras reunirse con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, en el Sinaí y más tarde, en Ramala, con el palestino, Mahmud Abbás, el mandatario francés defendió la idea de que sea Egipto el encargado de volver a mediar entre Hamás e Israel.