El señor Abubakar tiene 60 años y en su familia han sido pescadores desde hace varias generaciones. Su casa y sus dos barcas estaban en la playa de Sainthamaruthu, en el distrito de Ampara, al este de Sri Lanka.

El pasado día 26, Abubakar lo perdió todo en sólo unos minutos, aunque, por suerte, no perdió a su familia, que vivía con él a escasos 30 metros de esta paradisíaca playa. Por una macabra casualidad, fue una de sus propias barcas la que se fue a estrellar contra su casa, arrastrada por la fuerza del mar. "El agua no sólo salía del mar, sino que empezó a surgir de la misma arena", relata.

Ahora, él y sus hijos intentan levantar los escombros de lo que fue su casa porque su intención es volver a vivir en ella. "Mi padre y mi abuelo ya eran pescadores. Yo he sobrevivido a ciclones, mareas y hasta a los conflictos étnicos de la isla. Mis hijos y yo vamos a seguir resistiendo", afirma este enjuto hombre de 60 años. ¿Qué si tiene miedo al mar? "Alá nos seguirá protegiendo, como siempre", responde.

En esta población murieron cerca de 4.000 personas, casi un tercio de los habitantes. Aún hoy, casi dos semanas después de la tragedia, caminar por lo que queda de las calles de Sainthamaruthu es una visión espeluznante.

Clases de repaso

En la pizarra de la escuela Malharus Samsha Vid, una de las dos que fueron arrastradas por la ola, quedan aún los nombres de los que debían ser los profesores de este curso, mientras que por el suelo hay todo tipo de documentos del despacho del director. Unos 30 niños murieron mientras recibían clases de repaso, ya que era domingo.

En la otra escuela, la Al Hussain Vid, murieron 16 pequeños menores de 10 años. Algunos intentaron ir hasta la mezquita que está a 50 metros para refugiarse, pero no lo consiguieron. Otro centro en el que murieron varios jóvenes, unos 40, fue la escuela coránica de la cual no quedó piedra sobre piedra

Aún no se han podido recuperar todos los cuerpos que quedaron sepultados bajo los escombros, los barcos y la arena que arrastró el agua. Varios vecinos explican que cerca, cinco miembros de una misma familia murieron aplastados por los muros de su casa y que todavía no se han rescatado los cadáveres.

Muchos de los que sí han sido hallados han sido sepultados en la arena misma de la playa, que aparece llena de tumbas. A lo lejos se vislumbra otro cortejo fúnebre rumbo a la mezquita, que quedó muy dañada. Muhadareen explica que es su primo, que ha muerto la noche anterior. "Tragó muchísima agua porque estuvo varios minutos bajo el agua. Los médicos ya nos dijeron que no podría sobrevivir muchos días".

Remover los escombros

Nowfeer, de 20 años, rebusca entre los escombros de lo que fue la casa de su abuela para rescatar cualquier cosa. El mismo admite que "no hay casi nada que salvar en este montón de escombros", mientras señala el lugar donde encontró el cadáver de su abuela. Junto a ella murieron su abuelo, su tía y su hermano. Como Nowfeer, hay cientos de personas removiendo los escombros de sus casas en busca de cualquier cosa.

Ismail está con su hijo Rasmin limpiando lo que era su tienda de comida, que aparentemente aguantó las embestidas del mar, aunque quedó inservible. "De todas maneras no queremos volver a vivir aquí", afirma Rasmin. "Ahora le tenemos miedo al mar y a lo que nos puede hacer".