Ya pasaron las promesas electorales que rozaron el mesianismo o la prebenda anticipada. Quedaron atrás las injurias cruzadas de los candidatos de derecha e izquierda. Y hoy, 9,3 millones de ecuatorianos decidirán si prefieren como presidente al magnate bananero Alvaro Noboa o a Rafael Correa, en una segunda vuelta marcada por el riesgo de que ninguno admita la derrota.

Noboa, del Partido Renovador Institucional de Acción Nacional (PRIAN), y Correa, representante de Alianza País, están empatados, según las encuestas. Hay casi un 20% de indecisos.

RESULTADOS, EL MARTES Una tensa calma reinaba ayer en Ecuador. Pocos se atrevían a augurar qué puede ocurrir, entre otras cosas porque los dos competidores se sienten ganadores de antemano. Esto ha obligado a la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) a pedirles que se sometan a la voluntad de las urnas y se abstengan de proclamar la victoria hasta que se haga el recuento oficial. Los resultados se conocerán el martes.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) exhortó, por su parte, a la televisión a no divulgar cifras extraoficiales en caso de que la diferencia entre Noboa y Correa sea reversible. Más de 40.000 militares y 36.000 policías participarán en la operación de control y seguridad de las elecciones.

REINA EL PESIMISMO Gane quien gane al final, pocos esperan un escenario de gobernabilidad en Ecuador. Unos temen que Noboa convierta al Estado en un bien propio y busque el alineamiento con EEUU; los otros advierten de que detrás de la sonrisa de Correa se esconde un nuevo Hugo Chávez. Correa no tendrá base parlamentaria propia --se abstuvo de presentar candidatos a un Congreso que calificó de "cloaca"-- y no se sabe cómo hará para convocar su soñada Asamblea Constituyente.

"La oligarquía anunció que me echará en cinco meses. No lo conseguirá. También tengo muy claro que el Congreso puede ser un factor de chantaje. Me esforzaré por lograr una relación de respeto mutuo", dijo Correa en conversación con este diario.

Pero ese anhelo de concordia podría ser un espejismo. El PRIAN de Noboa será la principal fuerza parlamentaria (28 diputados) seguido de cerca por el Partido Sociedad Patriótica (PSP), de Lucio Gutiérrez, el presidente depuesto en el 2005 en medio de una conjura de la cual participó Correa. Tal y como están las cosas, el excoronel, golpista en el 2000, se convertirá en el árbitro político de las fuerzas en pugna.

No se cansaron --ni Noboa ni Correa-- de invocar a Dios durante la campaña. Uno, desde un discurso confesional, dijo ser el "enviado" del cielo. El otro, más cercano a la teología de la liberación, trató siempre de mostrarse en misa ante las cámaras. En una columna en el diario El Comercio , Martín Pallares consideró ese exceso de devoción como una muestra de que "el país sufre un vacío ideológico".