Mientras Israel bombardeaba el Líbano en el 2006, la entonces secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, dijo que aquel reguero de muerte y destrucción correspondía a "los dolores del parto de un nuevo Oriente Próximo". Las tropas sirias se habían retirado del Líbano después de que una revuelta popular acusara a Damasco de matar al exprimer ministro Rafik Hariri, Hizbulá corría el riesgo de ser vapuleado por los israelís, y la ONU empezaba a cocinar la primera ronda de sanciones contra Irán. El ocaso de las fuerzas del mal llevaba implícito el poder para los aliados de EEUU y Arabia Saudí. Se equivocaron.

Siria ha regresado al Líbano por la puerta grande, tras un lustro de complejas maniobras para recuperar su influencia en un país que tuteló y ocupó militarmente durante 30 años.

MAGNATE El presidente libanés, Michel Suleiman, eligió ayer al magnate de las telecomunicaciones, Najib Mikati, como primer ministro y le encargó la formación de un nuevo Gobierno, tras dos días de consultas. El vuelco político no ha tardado en encender el país. Miles de sunís partidarios de Hariri se echaron ayer a la calle para protestar contra el nombramiento del candidato de Hizbulá y acusarle de traicionar a los sunís.