Ydespués de Taiwán, el Tíbet. Ningún presidente estadounidense le había pisado a China sus dos mayores callos en solo un mes. Lo hará Barack Obama en un contexto de debilidad desconocido por sus antecesores, dependiente de Pekín para remontar la peor crisis económica del siglo. Adelantándose a la próxima reunión del jefe de la Casa Blanca con el dalái lama, Pekín le advirtió ayer con amenazas ya escuchadas los días previos por la venta de armas a Taiwán.

La filípica llegó esta vez del responsable de Asuntos Religiosos y Etnicos, Zhu Weigun. "Si eso ocurriera, China se opondría vehementemente, como siempre. Dañaría la confianza y cooperación. ¿En qué ayudaría el encuentro a Estados Unidos a superar la crisis?", advirtió Zhu.

LOS DOS NOBEL La Casa Blanca había anunciado que Obama recibiría al dalái lama "cuando las circunstancias lo aconsejaran". Poco después de su investidura, Obama ignoró la visita del líder religioso a EEUU porque entendió que recibirlo antes que al presidente chino arruinaría las relaciones bilaterales sin remedio. Tampoco lo vio en su gira asiática de finales del año pasado. El dalái lama visitará Washington en marzo y esa parece la oportunidad propicia para que se conozcan los dos premios Nobel de la Paz. Ayer un portavoz de la Casa Blanca confirmó "la intención" de Obama de reunirse con el líder tibetano. En unas semanas, aquel G-2 que parecía destinado a regir el mundo en sintonía se ha enfrentado por integridad nacional (Taiwán y Tíbet), censura en internet, desequilibrios en la balanza comercial y política cambiaria. Ninguno de los problemas tiene solución a corto o medio plazo.

Las relaciones entre Pekín y el dalái lama acabaron de deteriorarse tras la revuelta en Lasa previa a las Olimpiadas. China le acusó de instigarlas, le tilda sistemáticamente de "separatista" y presiona a los gobiernos para que no lo reciban, generalmente con éxito. China canceló en el 2008 una cumbre con la UE después de que Nicolas Sarkozy, entonces en la presidencia rotatoria, recibiera al líder tibetano.

HIPOCRESIA EEUU lleva enervando durante tres décadas a China con sus ventas de armas a Taiwán. Pekín también ha respondido a las reuniones de los predecesores de Obama con el dalái lama. Lo novedoso es que esa dinámica acción-reacción llegue apenas dos meses después de que Obama sellara en su visita a Pekín un compromiso de amistad sin precedentes. No solo la furibunda prensa oficial, también los internautas, recuerdan que Obama prometió en Pekín no frenar el progreso chino, y se preguntan qué tiene eso que ver con vender misiles a sabiendas de que apuntarán directamente a China. Más que de la venta en sí, en China se habla de confianza traicionada e hipocresía.

Otro asunto que colea son las sanciones que China prometió imponer por primera vez a las empresas de EEUU que participaron en la venta de armas a Taiwán, valoradas en 4.600 millones de euros. Ma Zhaoxu, portavoz de Exteriores, siguió sin especificarlas ayer pese a las peticiones de la prensa internacional. "Esperad y veréis", dijo cuando recogía la carpeta. El Departamento de Estado juzgó que China ha "sobreactuado".