El capitán del AS-28, Valeri Lepetiuja, fue el encargado de abrir la escotilla nada más salir a la superficie. "A bordo, todos están vivos" fueron sus primeras palabras. El reloj marcaba las 16.19 horas (las 5.19 horas en España) y las horas 76 de angustia para los familiares de los marineros del batiscafo habían llegado a su fin. "Siempre creímos que nos salvarían", afirmó otro miembro de la tripulación.

Durante los más de tres días que pasaron a 190 metros de profundidad, regularon la composición del aire para que les durara más. Como último recurso, los marinos contaban con botellas de aire comprimido de un equipo de buceo.