El exprimer ministro británico, Tony Blair, presenta en sus memorias al expresidente del Gobierno español José María Aznar como un "tipo duro" por su postura en la guerra de Irak.

En el libro puesto hoy a la venta en el Reino Unido bajo el título Un Viaje, Blair recuerda que la opinión pública europea estaba muy en contra de atacar a Irak como pretendían él y el presidente de EEUU, George W. Bush.

Relata que José María Aznar le indicó que en España "solo un 4% estaba a favor de una acción militar". "Y yo le dije que ese era más o menos el porcentaje que se obtendría si se preguntaba a la gente si creía que Elvis Presley estaba aún vivo. Pero Aznar era un tipo duro y estaba decidido a permanecer firme junto a los EEUU de América", añade el exmandatario británico.

Blair escribe que el entonces presidente del Gobierno creía, como él, "que la posibilidad de un vínculo entre la proliferación de armas de destrucción masiva y grupos terroristas era demasiado real para aceptarla, y había llegado el momento de tomar postura frente al régimen, el de Sadam Husein, que había recurrido a esas armas".

LAS BASES DE SU AMISTAD

El político británico recuerda la invitación que le dirigió en 1998 Aznar después de que aquel lograra la firma del acuerdo de paz en Irlanda del Norte para que pasara la Semana Santa con su familia en España.

Debido a las negociaciones de paz, Blair tuvo que mandar 48 horas antes a su esposa, Cherie, y a sus hijos, tiempo durante el cual Aznar trató a su familia "con enorme amabilidad y efusiva bondad". Aznar lo tomó todo "con perfecta ecuanimidad, lo cual sentó las bases de una amistad personal duradera que tendría importantes consecuencias más tarde", dice Blair en clara alusión a la guerra de Irak.

LA RELACIÓN CON GORDON BROWN

Por otro lado, Blair afirma en sus memorias que su sucesor, Gordon Brown, tenía "inteligencia emocional cero". En declaraciones a la BBC, el exlíder laborista califica su relación con Brown de "muy, muy difícil" aunque también "muy íntima".

"Hacia el final, francamente, resultó muy difícil, casi imposible (trabajar con él)", explica Blair, quien reconoce que durante buena parte del tiempo que estuvieron en el gobierno, "él fue una inmensa fuente de fortaleza".

"El problema", explica, es que "cuando era mi número dos, la gente tal vez sobrevaloró su capacidad para ser primer ministro" y en sus tres últimos años, ya como primer ministro, "la gente en cambio tal vez infravaloró sus puntos fuertes".

Refiriéndose a la guerra de Irak, Blair dice no lamentar la decisión de invadir el país árabe para derrocar a Sadam Husein e impedir que desarrollara armas de destrucción masiva. Pero reconoce que se angustia al pensar que los familiares de los muertos pueden creer que no le importa que se perdieran tantas vidas.