Lunes: comienza una semana en Cuba en la que la pregunta ya no es cuándo aparecerá Fidel Castro, sino cuándo asumirá su hermano Raúl las riendas del poder de forma más o menos definitiva. Han pasado dos días desde el imponente desfile marcado por la ausencia del dictador cubano y muchos lugareños en la isla dan por sentado que la ceremonia del sábado supone un antes y un después, y que si el comandante en jefe no hizo acto de presencia es porque su enfermedad es mucho más grave de lo que afirman los miembros de su sanedrín. Pocos dudan de que habrá raulismo , pero algunos auguran que no tendrá el respaldo de que ha gozado el fidelismo durante casi medio siglo.

La gran mayoría de los habitantes de La Habana Centro, uno de los distritos más pobres de la capital, viven hacinados en pequeñas unidades familiares conocidas como ciudadelas : pequeñas y desvencijadas habitaciones que cuanto más cerca están del mar más sufren los rigores del salitre caribe. En esas condiciones no es difícil que afloren las dudas, en especial cuando el líder que ha puesto al servicio de la isla su carisma, su firmeza y su probada capacidad para enardecer a las masas se encuentra cerca del abismo.

PARA ASUSTAR Los que hablan lo hacen desde las leyes del más riguroso anonimato. "Hay mucha gente que no está de acuerdo con Raúl, que piensa que más que un líder político es un jefe militar. Por no hablar del carisma. ¿Adónde va a llevar al pueblo un hombre que no sabe ser amigo del pueblo?". Resulta significativo que algunos hayan visto en el desfile --una sorprendente demostración de cómo ha avanzado la industria militar cubana, según los entendidos-- una demostración de fuerza dirigida no tanto al archienemigo estadounidense como a las voces disidentes en el interior de la isla.

"Con eso no asusta a nadie, y menos a los americanos . Pero aquí en Cuba sí hay unos que están asustados". No deja de llamar la atención que, en el discurso que pronunció el sábado, el hermano pusiera al Ejército por delante del partido único a la hora de hablar de la tríada que sustenta la unidad cubana; con el pueblo por delante, por supuesto. "Más que socialista, esta isla es fidelista . Tarde o temprano Fidel ya no estará con nosotros. Entonces veremos qué pasa".

El hecho de que no todos compartan la misma opinión presagia una dura labor para Raúl Castro, que ya tendrá bastante con las presiones del extranjero. Flaco favor le hace a la incertidumbre reinante el hecho de que nada se haya informado sobre la salud de Castro desde el desfile del sábado.