Palestinos e israelís escenificaron ayer en la localidad egipcia de Sharm el Sheij lo que el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbás (alias Abú Mazen ), calificó de "inicio de una nueva era". Bajo la atenta mirada del presidente egipcio, Hosni Mubarak, y del rey Abdalá de Jordania, el primer ministro israelí, Ariel Sharon, y Abú Mazen decretaron una tregua con la que se pretende poner fin a más de cuatro años de violencia que ha costado la vida a 3.350 palestinos y 970 israelís. "Por primera vez en mucho tiempo existe la esperanza de un futuro mejor para nuestros hijos y nietos", dijo Sharon.

Más que de asuntos prácticos --no hubo una firma formal de un acuerdo de alto el fuego-- la cumbre fue una reunión de gestos amables, buenas palabras y mejores intenciones, en la que se pronunció más veces la palabra "esperanza" que "terrorismo" o "Yasir Arafat", y en la que los dos líderes dijeron estar dispuestos a aprovechar la oportunidad que tienen ante ellos. "La misión no es imposible. Si el camino es largo, hoy hemos dado el primer paso", resumió la situación el presidente egipcio, Hosni Mubarak, en un discurso que pronunció en su nombre y en el del rey Abdalá de Jordania.

LA MISMA FORMULA Abú Mazen y Sharon pactaron una fórmula muy similar para anunciar, separadamente, el alto el fuego: "En nuestro encuentro hemos acordado que todos los palestinos detendrán todos los actos de violencia contra los israelís en todas partes y, a la vez, que Israel cesará todas sus operaciones militares contra los palestinos en todas partes", leyeron ambos líderes. Así, Sharon recordó que "hay que actuar con cuidado porque esta oportunidad es muy frágil". "Sólo rompiendo la espalda del terror y la violencia construiremos la paz", añadió el primer ministro, dejando claro que su exigencia sigue siendo, más que una tregua, que la ANP desarme a los radicales.

"Estamos en desacuerdo en muchos puntos que no hemos venido a discutir aquí, como las colonias y el muro, pero nuestra postura es clara y no cambiará", advirtió Abú Mazen, en referencia a que la cumbre no trató temas políticos, sino de seguridad. "Aun así --añadió Abú Mazen-- nuestros esfuerzos nos llevarán a unas negociaciones finales con el objetivo de poner fin a la ocupación iniciada en 1967".

EL DIA SIGUIENTE Escenificado, pues, el estado de optimismo con una cumbre ampliamente fotografiada, palestinos e israelís deben continuar trabajando desde hoy para mantener esta llamita de esperanza que se prendió ayer. A corto plazo, la primera prioridad es aplicar los acuerdos de la cumbre, que además del alto el fuego contemplan el traspaso de la seguridad de cinco ciudades de Cisjordania a la ANP y la crucial liberación de prisioneros palestinos. Por tanto, las reuniones continuarán e incluso se pactó otra cumbre, aún sin fecha, en el rancho de Sharon en el desierto del Neguev.

A medio plazo, el plan de evacuación de los asentamientos judíos de la franja de Gaza es el próximo gran objetivo. Sharon dijo ayer que su plan puede ser el impulso que necesita la Hoja de ruta para ponerse en marcha y se mostró dispuesto a coordinarlo con la ANP.

MULTIPLES AMENAZAS En cualquier caso, el proceso está sujeto a múltiples amenazas. Si Sharon debe lidiar con la ultraderecha israelí para abandonar Gaza, los esfuerzos de Abú Mazen se centrarán en evitar que las facciones armadas rompan el alto el fuego. Ayer, poco después de la cumbre, Hamás afirmó que no se siente comprometido por la tregua. "La postura de Hamás es muy clara. No hay un alto el fuego con el enemigo sionista sin un precio", dijo un portavoz islamista en la franja de Gaza.

Anoche, cerca de una colonia de Cisjordania, activistas palestinos dispararon contra un coche de colonos sin causar víctimas. Un ejemplo de que la tarea por delante es muy complicada. "No queremos controlar vuestras vidas", dijo Sharon ayer a Abú Mazen. Más que nunca, las palabras de todos los implicados deben plasmarse en hechos para que la cumbre no se convierta en otro papel mojado de sangre.