Tres mujeres kurdas, supervivientes de la campaña de Anfal (1987- 1988) en la que decenas de miles de personas murieron en el Kurdistán iraquí, testificaron ayer contra el expresidente iraquí Sadam Husein y seis de sus lugartenientes, en el segundo día de declaraciones de algunas de las víctimas, que actúan en este juicio como demandantes. Las tres coincidieron en sus relatos al describir que cuando la aviación iraquí bombardeó sus pueblos --Balisan y Sheik Wasan-- con armas químicas se quedaron "ciegas", tuvieron problemas respiratorios y "la piel se caía a tiras" dejando al descubierto terribles quemaduras.

Adiba Oula Baïs, de 45 años, esposa de Alí Mustafá Hama, que declaró el martes, describió en términos dramáticos el ataque con armas químicas al que sobrevivió junto a sus hijos. Las dos testigos siguientes, Badriya Saïd Jider y Bahiya Mustafá Mahmud, hicieron relatos muy similares, en la misma línea que los supervivientes que declararon el martes. En total, han declarado cinco personas de las 70 que han sido citadas por el tribunal.

Baïs describió el bombardeo de su pueblo, Balisan, el 16 de agosto de 1987. Explicó que a sus hijos les picaban los ojos y el pecho y que vomitaban a causa del gas, que olía "como a manzanas podridas". "Entonces mi estado también empeoró, y me di cuenta de que el arma era química y venenosa", dijo. "Perdí tres hijos después de los ataques químicos. Uno sobrevivió apenas unos meses y tuve dos abortos", añadió.

CAMPO DE PRISIONEROS Baïs, que habló en kurdo, como todos los testigos hasta ahora, explicó que la gente de su pueblo huyó a las montañas. Los que lograron huir se ocultaron en unas cuevas hasta que, finalmente, el Ejército dio con ellos.

El dictador iraquí y los otros seis acusados pueden ser condenados a morir ahorcados si el tribunal los declara culpables.