El goteo de víctimas entre las fuerzas ocupantes en Irak no cesa y ayer le tocó el turno a Gran Bretaña. Tres soldados británicos murieron y otro resultó gravemente herido en un nuevo ataque de la resistencia iraquí, esta vez en Basora, en el sur del país.

La emboscada se produjo por la mañana, en pleno centro de la ciudad. Los cuatro soldados circulaban en un vehículo todoterreno que formaba parte de un convoy militar cuando los atacantes abrieron fuego desde una camioneta. El conductor británico perdió el control y el vehículo se estrelló contra un edificio. El incidente eleva a 10 el número de militares británicos muertos en Irak desde el fin de la guerra.

"AMENAZA CREIBLE"

Un portavoz del Ministerio de Exteriores de Londres informó ayer de que el pasado miércoles --un día después del brutal atentado contra la ONU-- la embajada británica en Bagdad fue desalojada tras recibirse "una amenaza creíble". El personal de la sede diplomática se ha trasladado a los cuarteles generales de la coalición, fuertemente vigilados por las fuerzas estadounidenses.

Todavía bajo los efectos de la conmoción por la matanza del martes, parte de los funcionarios de la ONU reemprendieron ayer sus actividades en Bagdad, en condiciones muy precarias. Con el edificio del Hotel Canal destruido, ubicaron provisionalmente sus oficinas en tiendas de campaña y contenedores, instalados en las proximidades. Entre quienes volvieron al trabajo había empleados de agencias de la ONU como la Unicef, la Organización Mundial de la Salud o el Programa Alimentario Mundial.

"Seguimos siendo un objetivo fácil", reconoció ayer Ramiro Lopes da Silva, hasta ahora coordinador de la acción humanitaria, que ha sustituido como máximo representante de la ONU en Irak a Sergio Vieira de Mello, muerto en el atentado. "Tenemos que reforzar la seguridad, pero tenemos que hacerlo de forma inteligente para seguir siendo accesibles a la población a la que servimos", manifestó el funcionario portugués.

Volviendo ayer a sus puestos, los antiguos compañeros de Vieira de Mello cumplían con los últimos deseos de su anterior jefe. Según se puso de manifiesto durante la ceremonia que tuvo lugar el viernes en el aeropuerto de Bagdad, desde donde se repatriaron sus restos mortales, las últimas palabras de Vieira de Mello, dirigidas a William von Zehle --el militar que trató de rescatarle con vida de los escombros-- fueron: "No les dejéis echar a la ONU de Irak; no les dejéis hacer fracasar esta misión".

Un grupo desconocido, el Ejército de Mahoma, se atribuyó ayer en un vídeo difundido por una televisión libanesa la responsabilidad del atentado del martes, que causó 24 muertos. Anteriormente, la Vanguardia Armada del Segundo Ejército de Mahoma, se había atribuido la acción a través de la cadena árabe Al Arabiya.

DETENCIONES

El administrador norteamericano, Paul Bremer, afirmó ayer en Bagdad que "Irak se ha convertido en uno de los campos de batalla de la guerra global contra el terrorismo". Casi al mismo tiempo, un portavoz militar norteamericano revelaba que, en las últimas 24 horas, el Ejército de EEUU ha detenido a 35 personas en la zona de Tikrit, de donde es originario el depuesto presidente Sadam Husein.

Por otra parte, fuerzas de EEUU mataron ayer a tres turcomanos en Kirkuk, en el norte de Irak, cuando intentaban atajar los disturbios por enfrentamientos entre kurdos y turcomanos.