El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, tienen muy poco en común más allá de compartir una larga frontera. El primero aboga por construir muros e instaurar una política proteccionista. El segundo, por derribarlos y abrirse al mundo. Un mensaje que gusta en Europa y que ha triunfado este jueves en el Parlamento Europeo, adonde ha acudido apenas 24 horas después de la ratificación delacuerdo de libre comercio entre la UE y Canadá.

“La Unión Europea es un logro importante. Un modelo sin precedentes de cooperación pacífica. Canadá es consciente de que una voz eficaz de Europa en el planeta es fundamental”, ha elogido entre aplausos. “Son un actor vital. Todo el mundo se beneficia de una Europa fuerte”, ha añadido. Palabras que han sonado a verdadero bálsamo entre los eurodiputados europeos tras la incertidumbre política que siguen generando desde el otro lado del Atlántico las decisiones de la nueva Administración norteamericana y los muchos desafíos internos a los que se enfrenta Europa este año, empezando por el 'brexit' y siguiendo por las numerosas citas electorales.

Trudeau, liberal de 45 años y primer jefe de Gobierno canadiense en dirigirse al pleno de Estrasburgo, ha dejado claro desde el primer minuto que es un férreo defensor de los valores europeos porque son “valores que nos definen y compartimos” como “la democracia, la transparencia, el Estado de derecho, los derechos humanos, la inclusión y la diversidad”. Y ha dedicado buena parte de su intervención a marcar distancias frente al proteccionismo que propugna su vecino Trump, con quien se ha reunido esta misma semana pero a quien ha eludido mencionar.

EL COMERCIO, LA RESPUESTA

A juicio del político canadiense, cuyo optimismo ha vuelto a cautivar a Europa, el comercio y acuerdos como el CETA son la respuesta a muchos de los problemas a los que se enfrentan los ciudadanos, los trabajadores y las empresas. “Vivimos en una época en la que mucha gente está preocupada. Es normal. Este acuerdo va a hacer que creemos oportunidades para la clase media”, ha recordado, como ya hiciera en octubre pasado durante la firma en Bruselas.

Pese a las críticas que el tratado suscita entre varios de los grupos de la Cámara, Trudeau ha hecho especial hincapié en lo difícil que ha sido negociar uno de los acuerdos “más sostenibles y progresistas” que existen. Ha recordado que siempre es más fácil señalar los problemas que buscar soluciones, derribar que construir y ha explicado que con el CETA se ha construido algo muy importante, no solo para Canadá, sino también para Europa. “Ahora lo que necesitamos es que funcione para los europeos y los canadienses. Si sale bien, el CETA será un modelo para todos los acuerdos comerciales en el futuro”, pero, “si no lo hacemos bien, puede ser uno de los últimos”, ha alertado, defendiendo el lema europeo de unidos en la diversidad. “Esto solo es el principio, lo mejor está por llegar”, ha prometido.

Trudeau se ha extendido señalando las bondades del pacto e incluso se ha permitido hacer publicidad de una marca de botas canadiense ante la atónita mirada de los eurodiputados. “Las maravillosa botas de invierno mukluks que fabrica Manitowa, una empresa canadiense de indígenas. Tienen que pagar un arancel del 17% si quieren importarlas. Gracias al acuerdo, estos aranceles se acaban y como consumidores podrán pagar menos dinero si quieren comprárselas”, ha dicho.